Revista Expatriados
Y así, de algún modo empieza todo...
Barcelona - Berlín - Londres - Singapur - Brisbane.Siempre hay escalas más simples si piensas venir a Brisbane desde España, créeme. Pero hay dos tipos de persona: los que van directos al grano, o los que vuelan con rodeos. Yo pertenezco a ese segundo grupo.
Lo cierto es que lo que resulta más difícil del trayecto es dejar atrás la vieja Europa -jugando 13 horas seguidas al tetris. Aunque el tipo del asiento 235 lo logró. Pero tranquil@, que existen otros métodos menos agresivos como atiborrarte a golosinas, "degustar" todo el alcohol de importación a bordo, o quedarte fijamente mirando la pantallita que indica el trayecto del avión. Es increíble el efecto hipnótico de ese maldito aparato; puedes quedártelo mirando hora, tras hora, para ver como un puntito blanco se mueve ¿menos de un milímetro? Lo peor son sus efectos secundarios. Cuando llegamos a Singapur, -13 horas después de entrar al 2º avión del día- me creí experta en la materia y se me subió lo de la jerga aeronáutica a la cabeza. Todo lo medía en "pies" y todo era cuestión de la "latitud en que se mirase". La tontería se me pasó cuando, al comprobar en un cajero automático mi cuenta bancaria, vi que no tenía la cifra "kilométrica" de un piloto. También influyó que mi novio me bajara de "la nube":
"-Huesito -así es como me llama siempre, tampoco entraré en detalles de porqué- deja de hacer tonterías, que en Singapur de meten en la cárcel por escupir un chicle en la calle". Y eso no es broma, y como resultado es uno de los aeropuertos más impecables que he visto jamás. Pero lo que lo hace una "delicatessen", la "crème de la crème" del mundo aéreo es que tiene sillones masajeadores de pies increíbles y....seeeeeee, Free-Internet!!!!!!!
El consejo más útil: no mires la maldita pantallita si eres débil. Si viajas con compañías como Quantas, tienes miles de pelis, documentales, TV, radio, etc. con las que pasar el rato entretenido. Una de las cosas más impresionantes del viaje es vivir la "curvatura del tiempo" y ver cómo la noche se transforma en día, y el día en la noche. Aunque luego sabes que esto se convertirá en el Todopoderoso, y por todos temido "Jet Lag".
Pasado Singapur, "solo" 9 horas nos separan de Australasia -otra forma de llamar el continente y que se utiliza a menudo por estos mundos-. Lo cierto es que, ahí es cuando empieza una extraña mezlca de sensaciones; alegría a la vez que melancolía. Emoción, mucha emoción. Curiosidad, impaciencia, cierta inseguridad, dudas, reflexión sobre todo lo que has dejado atrás. Entonces es cuando te das cuenta de que ya no es un sueño, ni un proyecto. Debajo de tus pies hay un nuevo capítulo de tu vida. Claro, y unos cuantos tiburones.
No podría explicar cómo llegué a Australia. Bueno sí, en varios aviones de 2h, 13h y 9h. Y resumiendo mi vida en una única maleta de 40 kilos, que además sabía de antemano que se iba a perder entre tantas escalas. (Si tienes la suerte de viajar con alguien en Intercontinentales, SIEMPRE mezcla tu ropa con la suya en cada maleta, aunque luego, la perdida, siempre se suele aparecer en algún remoto aeropuerto). Pero me refiero en un sentido más filosófico; sería muy complejo explicar cómo llegue hasta aquí porque como mi amigo Dexter de Miami, creo firmemente en el llamado "efecto mariposa". No podría narrar la típica historia con un principio y un fin; es algo mucho más difuso. Aunque sí que acontecieron hechos claves...
¿otro post?