Hay una frase, que circula desde tiempos inmemoriales, y es esa de “La gente no cambia”. A no ser que sea por “traumas”, el ser humano tiende a afianzar su carácter y a hacerse menos flexible.
Bien, acabo de descubrir que la sentencia NO es verdadera. Por lo menos en mi experiencia personal. : Yo he cambiado y soy gente (hasta que se demuestre lo contrario.) Hasta hace muy pocos meses, no tenía ningún tipo de miedo a viajar en avión. Todo lo contrario, mi sueño y proyecto es poder viajar más…Incluida Nueva Zelanda…
Así que no puedo entender, lo sumamente acojonada-muerta-de-miedo que estoy (ya hace una semana) ante mi inminente partida a Singapur. De repente, me siento incapacitada para estar 13 horas en un avión…
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Evidentemente, la desaparición del avión malasio y de las personas que iban en él, aunque lo racionalice y crea que no tiene nada que ver, tiene que ver. Si le sumas que voy a viajar en el mismo modelo… En otro momento, me hubiesen válido los argumentos que van suministrándome los que me quieren como dosis anti pánico: que si ahora estarán más revisados que nunca, que si viajar en avión es más seguro que en coche y bla, bla, bla…Nada. No sirve.
Me ha llega un paquetito de Mr.Wonderful ( que siempre tiene algún detalle gracioso) y esta vez, no me hace ninguna gracia. De repente, el concepto “volar” me parece antinatural… No soy la única que le pasa así , de repente. He leído que la reina del soul, Areta Franklin, dejó de volar en 1984 ,sin ningún motivo conocido, y dejó de cantar en grandes ocasiones en otros países por esta fobia. A David Bowie también le pasó pero fue tras viajar en medio de una tormenta eléctrica…
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Lo único que me consuela, es que llevo mi rosario -amuleto . Me lo regaló, para mi protección viajera específicamente, la Tía Fermina. La Tia Fermina vivía en un despoblado pueblo, precioso, en el pirineo oscense. Una de sus posesiones, era este rosario de plástico blanco, bendecido por Juan Pablo II. Para ella era un tesoro precioso y para mí, también. Va conmigo en todos mis viajes, hace ya más de 20 años.
Pensaba que escribir sobre el viaje me relajaría pero…no.
Volando voy, volando vengo…