Revista Cultura y Ocio

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Publicado el 17 noviembre 2020 por Angel Maíllo @gramofono1
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Amanecía en la gran ciudad, levanté la persiana para ver el mismo paisaje que veía cada mañana; cristal y hormigón con esa luz anaranjada,  suspendida en el invisible horizonte tras una bruma parda que permanecía inmóvil en un cielo sin vida.

Salí a la calle, como cada día a esta hora era un y  venir de gente, rostros sin expresión que caminaban como autómatas. Como leí en cierta ocasión; la ciudad es como una gran comunidad donde las personas se sienten solas juntas.  Llegue a mi viejo coche, aparte las hojas del parabrisas, había aparcado bajo la sombra de un árbol, pequeño oasis entre cemento y adoquines, superviviente en un hábitat hostil.

Comencé mi recorrido entre constantes paradas, era hora punta, con tráfico intenso. En una de las paradas, busque en el teléfono alguna lista musical interesante para esta ocasión y opte por elegir una que elaboré hace algún tiempo cuyo título era Viajes. Mientras lo hacía, recordaba aquellos recorridos en coche con las cintas de casetes, que grababa en aquellas de 90 minutos de duración, para poder almacenar en ellas más canciones. Todo cambia y evoluciona, nos queda la nostalgia, que es un almacén de recuerdos, signo inequívoco de que vamos cumpliendo años, a medida que los cumplimos vamos aumentando nuestra  mercancía en ese almacén.

Comienza una música suave con la voz de Dinah Washington,  con una bella canción What a difference  a day makes. Como curiosidad, esta canción fue compuesta con letra en español por la compositora mexicana María Grever, su título original “Cuando vuelva a tu lado” Pero sería Dinah Washington quien popularizaría la adaptación de este tema en 1959.

Por fin logro salir hacia las carreteras que circunvalan la ciudad, también repletas de tráfico, atrás van quedando las figuras de los grandes edificios, con la silueta difuminada por el humo, que exhalan sin censar los tubos de escape de los automóviles que recorren día y noche sus calles.

Cada vez me voy alejando más, el tráfico comienza a ser más fluido. Comienza a sonar ahora una balada country, hacía mucho tiempo que no la escuchaba, se trata de la canción Come home soon, interpretada por el trio Shedaisy formado por las hermanas Osborn. Activas hasta el año 2011

Abandono definitivamente la ciudad,  sus carreteras circundantes y tomo la autovía. Comienzo a ver colores,  a adivinar la silueta de las montañas a lo lejos. La luz tiene ya otro color, el cielo recobra su tonalidad añil. En el carril contrario hay retenciones para entrar a la ciudad. Comienza a sonar una canción de Santero y los muchachos que parece una premonición para este momento:

Suena suave el viento al calor de esta mañana

Suenan árboles contentos con palmeo en sus ramas

Suena el río cristalino, lucen verdes las praderas

Voy hacia el reencuentro con la naturaleza con el entorno rural, con la niñez, con los orígenes nunca olvidados.

Abandono la autovía y me adentro en carreteras secundarias, aquí vuelven paisajes familiares praderas, montañas vestidas con los colores otoñales, arroyos, ganado. Todo es calma y tranquilidad. Pienso que las zonas despobladas, aquellos pequeños pueblos que abandonaron los más jóvenes para labrarse un futuro, hoy vuelven a poblarse con la gente que huye de la urbe o esos mismos que abandonaron, vuelven para pasar su retiro, a completar su ciclo vital donde nacieron y  donde quieren morir.

A donde voy se pierde el anonimato de la gran ciudad, no hay teatros, ni exposiciones, aunque, que mejor exposición que la perpetua que nos ofrece la naturaleza viva, inspiración de todos los artistas. Tampoco hay establecimientos temáticos de hostelería,  ni restaurantes de lujo, pero si el fuego de una chimenea con aquellas antiguas cacerolas rojas que cuecen a fuego lento con las recetas tradicionales. No hay rascacielos, pero al abrir la ventana cada mañana un montón de sensaciones despiertan los sentidos.

Puedo caminar por los campos, admirar el paisaje de cada estación, escuchar la música de los arroyos corriendo, sentir la brisa suave y fresca de la mañana, o el inconfundible sonido de los grillos en las largas noches de verano. De alguna manera todos somos extraños en la gran ciudad, todos tenemos algún sitito donde volver, sentimos arraigo y acabamos volviendo, dejamos la sofisticada urbe por la sencillez, por nuestros orígenes, donde están nuestros recuerdos y de alguna manera gran parte de nuestra vida.

Es bueno volver a casa

A veces esta vieja granja se siente como un amigo perdido hace mucho tiempo

Sí, es bueno volver a casa

Johm Denver

John Denver – Back Home Again


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