Revista Opinión

Volver a casa por Navidad

Publicado el 29 diciembre 2012 por María Pilar @pilarmore
Volver a casa por Navidad Todos volvemos a casa por Navidad. No es una casa cualquiera, vive y late con los que la habitan, desprende olor a calor y sabor a hogar. Es la luz del sol perfilando un precioso paisaje castellano con un cielo azul diáfano aunque las temperaturas estén bajo cero. Noches estrelladas con una Luna grandiosa coronada como una diosa protectora y el ojo avizor de Júpiter ejerciendo de vigilante. Blacky, el pastor mallorquín, nos recibe con saltos de alegría porque sabe de nuestra pertenencia. Jaleo y bullicio por doquier. Cálido mundo familiar en el que se discute, se ríe, se canta y se juega en equipos donde todos quieren ganar. La mesa con su mantel de fiesta ya luce preparada para veinte personas. Es la casa de los abuelos, que como  ya no están, nosotros hemos cogido el testigo para un día pasárselo a los más pequeños. Presencias que son ausencias también ocupan su lugar. El ser única y especial para nosotros, es lo que le hace distinta y está por encima de cualquier comparación. ¿Cómo en una palabra tan corta - c a s a - cabe tanto? Hay palabras como casa familiar que se diferencian desde los inicios del ciclo vital de cada uno. Hay que cerrar los ojos para verla, porque la realidad la va transformado; pero ni la más mínima pátina de polvo la cubre porque  pertenece al ámbito de la infancia  y está entrelazando el mundo de los afectos  con los que construimos nuestros propios recuerdos. Es una de esas palabras con contexto porque significa mucho más que la definición fría del diccionario. Está cargada de olor, de sabor, de compañía y de espacios vitales.

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