Revista Comunicación

Volver a creer

Publicado el 11 noviembre 2013 por Lorena White @lorenagwhite

En política, aceptar compromisos es muy fácil. Decir que tienes unas ideas, un programa, unas promesas para la ciudadanía y unos objetivos, es fácil. Cumplirlo, todo ello, es lo complicado. Hay quien dice (y a las pruebas del actual Gobierno me remito), que los políticos se olvidan de sus compromisos cuando se les abren las puertas de la Moncloa. Que se olvidan de los ciudadanos, de las ilusiones puestas en cada voto y de la confianza que, como votantes, se ha depositado en ellos. Y tristemente, no se les puede denunciar por publicidad engañosa y echarles a patadas del Gobierno. Tristemente, no se les puede decir “nos habéis estafado con un programa que no habréis cumplido”. Porque en política no existe eso de “si no queda satisfecho… le devolvemos su Soberanía Nacional

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Fotografía de GORKA LEJARCEGI

Luego están los partidos en la oposición. Partidos que, es verdad, se llevaron grandes varapalos por castigo a su mala gestión, pero a los que, sin embargo, una gran cantidad de votantes apoyó. Partidos como el PSOE, que después de dos legislaturas se fue al otro lado y que si bien la desconfianza lanzó a muchos de sus votantes hacia otros partidos o los llevó a la indecisión o, mejor dicho, a la decisión de no votar, esta ahí porque mucha gente quiso. Y a la mayoría de esa gente le frustra su oposición en la sombra (ésa que pareció rugir un poquito como una cachorro de león cuando se destapó el escándalo de Bárcenas). Porque es verdad que el partido en el Gobierno tiene mayoría absoluta y que, si quisiera, podría gobernar por decretazo, pero señores, nadie puede quitarles el derecho al pataleo, a representar a esa gente que quiso seguir votándoles a pesar de los pesares, a pedir explicaciones y a luchar aunque sea en vano porque, se supone, ustedes les representan.

En la Conferencia Política que se ha celebrado estos días, el PSOE se buscaba a sí mismo. Aseguran haberse encontrado, pero no sé hasta qué punto el autoencuentro servirá para que vuelvan los votantes. Ha intentado dar imagen de unidad y de compromiso con los nuevos objetivos y elaborar un nuevo programa lleno de medidas que les redefinen. Se ha hablado un poquito de primarias, de que serán abiertas, de que serán la revolución de las primarias, de las mejores primarias jamás vistas, pero no se ha hablado de adelantarlas, de si junio o si octubre, de quiénes serán los candidatos o de cuándo se presentarán como tal, sin medias tintas, a los ciudadanos. Porque un partido necesita un líder, y por mucho que Rubalcaba sea ése líder actual para el PSOE, sabemos ya que no va a presentarse a las próximas elecciones. ¿No deberíamos, entonces, empezar a conocer al nuevo rostro del partido? ¿No sería lo primero que hay que hacer para una reforma total y un buen lavado de cara, elegir precísamente a la cara visible del mismo? ¿No es necesario?

Todavía, parece ser, que hay que esperar. El PSOE, eso sí, finalizó su Conferencia diciendo que habían vuelto. Que vuelva la confianza de sus votantes, que vuelva la ilusión de aquellos a los que debieron representar y no representaron, es otra historia.


 


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