Hay personas a las que la volver a la rutina apenas les cuesta trabajo y la afrontan con entusiasmo y con alegría incluso; pero lo cierto es que la mayoría disfrutamos estando de vacaciones y llegado el momento de retomar las obligaciones nos encontramos sin energía, todo parece un mundo y se nos apodera la apatía llegando al punto de la depresión casi.
Si además eres de mente dispersa, como la mía (yo prefiero llamarlo “mente inquieta” que queda mucho más interesante), puede que no seas capaz de ver la luz al final del túnel y ésto te impida avanzar en tus tareas y en tu vida.
Tantos años de convivencia conmigo misma y con mis crisis existenciales (como la que te contaba hace un par de semanas aquí) me han hecho plantearme cómo afrontar estos estados apáticos de la mejor manera y he descubierto una serie de cosas que a mi me sirven para levantar el vuelo y recuperar la energía perdida:
-
Buscar objetivos motivadores.
La vuelta al trabajo o a las tareas puede ser tedioso si se enfoca como una obligación que nos viene de arriba (yo a veces me imagino como si me cayera una losa tipo menhir de los de Obelix y tuviera que llevarla a todas partes), por eso me sirve plantearme algún objetivo motivador, un nuevo proyecto o nuevo enfoque a lo que ya estoy haciendo, que suponga un reto interesante. Trato de tener cuidado con no pasarme de entusiasta y poner muchos objetivos o demasiado ambiciosos (nos suele pasar a las “mentes inquietas”) porque se produce el efecto contrario y acabo abrumándome al ver que no alcanzo a todo.
Esta temporada me he propuesto escribir todos los martes en el blog sobre las cosas me interesen, que haya puesto en práctica o que vaya descubriendo, de modo que en cada artículo hablo sobre algo nuevo y motivador (si no quieres perdértelos apúntate al boletín aquí) pero no me agobio tratando de escribir todos los días o varias veces a la semana y me permite avanzar en mis otras tareas.
-
Realizar actividades satisfactorias.
Además de marcarme objetivos motivadores dentro de las tareas, me resulta de lo más interesante iniciar o retomar actividades que me gustan y me proporcionan ratos de satisfacción que recargan las pilas para todo el día o la semana. Puede ser hacer algo de deporte, practicar un hobby o salir al campo el fin de semana. Las actividades al aire libre me parecen mucho más efectivas para desconectar y cambiar el paisaje rutinario (casa, ciudad, oficina, ordenador…).
Este mes hemos retomado el huerto con ganas (después de las vacaciones estaba hecho un desastre) y siempre que podemos nos escapamos a trabajarlo un poco y pasar un rato en familia, hay días que vuelvo con el cuerpo roto pero con las energías renovadas.
-
Reservar un espacio de tiempo para bajar el ritmo.
Cuando hay que retomar tareas y las energías no me alcanzan, tiendo a arrastrarme de una obligación a otra y no parar en todo el día. Muchas veces no me doy ni cuenta y cuando llego a la noche estoy saturada al máximo y no he tenido ni un minuto de tiempo para pararme (y desde que tengo niños ya ni te cuento). A veces basta con 5, 10 o 20 minutos, el caso es parar, bajar el ritmo y despejar la mente. Lo ideal es la meditación, ejercicios de respiración, escuchar música o leer, pero si veo que no voy a ser capaz me escapo a pasear.
En estas semanas que nos está costando adaptarnos a los horarios, aprovecho el momento de sacar al perro para bajar el ritmo y pasear, si puedo sola o con el pequeño, a veces con algo de música… Es un rato que me permito relajar un poco la mente.
-
Soltar lastre.
A veces pienso que tengo demasiadas cosas que hacer y otras veces me doy cuenta de que lo que tengo son demasiadas cosas que me dan que hacer. Y es que sí, soy de esas personas que acumulan cosas para, por si, tal vez en algún momento las necesito o simplemente porque me traen recuerdos y no me permito desprenderme de ellos. Pero lo cierto es que todas esas cosas no sólo se acumulan en mi casa, sino también en mi cabeza y en mi día a día (hay que guardarlas, limpiarlas y mantenerlas) y suponen un peso y un obstáculo que no me permite avanzar.
Con el comienzo de temporada, he decidido soltar lo viejo y dejar sitio para lo nuevo, los nuevos proyectos, las novedades y nacimientos. No me puedo permitir seguir guardando recuerdos de los quince años si mi vida avanza y necesita espacio para evolucionar. Hace tiempo hice un reto minimalista que me enseñó mucho acerca de mi misma y la cantidad de cosas que guardo de forma innecesaria (puedes ver las conclusiones que saqué aquí) y con la vuelta a la rutina me planteo que me hace falta otro reto mucho más potente, deshacerme de la mitad de las cosas que tengo (voy a ir poco a poco, que no quiero que me de un síncope así de repente, ya te contaré cómo tengo pensado hacerlo).
-
Cuidar la alimentación.
Parece obvio que cuando tienes falta de energía necesitas alimentarte bien, pero a mi me pasa justo lo contrario: cuanto más floja me siento es cuando más tiendo a comer basura (alimentos muy calóricos, con demasiados azucares y harinas) que me hace un flaco favor, pues no aportan nada bueno más que al paladar.
Así que lo que estoy tratando de hacer es dejar la comida hecha cuando tengo tiempo (que no me pille el toro y cocinar lo rápido y fácil) ponerme los alimentos que mejor me vienen (frutas, verduras, frutos secos) más accesibles y apetecibles, para que cuando me da un ataque de hambre voraz no me de por comer lo que no interesa.
-
Tomar remedios naturales.
Hay veces que aunque me gustaría que los cambios fueran más progresivos, el ritmo viene marcado por las circunstancias y ni el cuerpo ni la mente pueden responder de forma adecuada. En esos casos la medicina natural puede proporcionar remedios que ayudan a superar los obstáculos de forma más calmada y que aportan vitalidad y una energía más positiva, controlando el estrés y el abatimiento.
A mi personalmente me gustan mucho las Flores de Bach o esencias florales, uso en concreto la de Urgencias de Marnys, porque ayudan a equilibrar el organismo sin producir efectos secundarios como muchos medicamentos y pueden tomarlas también los niños, y los elixires, como el Rasamrita de Hiranyagarba, que es un potente destructor de la debilidad que favorece además en un montón de funciones vitales.
Esta es mi forma de volver a la rutina y superar el temido síndrome postvacacional de forma natural y sin agobios. ¿Qué te parece? ¿Aplicas tú algunos de estos pasos? ¿Tienes otras fórmulas para superar el bache? ¿Eres de las personas que afronta la “vuelta al cole” con alegría?
¡¡Me encantará que lo compartas!!