Volver a nacer
Las horas de trabajo se alargan como las sombras al desmoronarse el sol por el horizonte.
Me encuentro exhausto. Mi cabeza ya no puede recordar ni cuando ha empezado el día, pues en medio de la noche, a una hora que ni puedo recordar, me despertaban los golpes desesperados en la puerta de mi habitación.
Me levanté, sin recordar dónde me encontraba, pero enseguida me ubiqué y salté de la cama. Unos golpes desesperados en la puerta nunca son en vano. Y por desgracia no me equivoqué.
"Cesárea urgente por bradicardia fetal y meconio grado III. "
Sin tiempo que perder, me calzo los zapatos y salgo corriendo, poniéndome por el camino la bata.
Por el camino me encuentro al cirujano de urgencias, corremos juntos con todas nuestras fuerzas. Sabemos que cada segundo cuenta. Sabemos que cada segundo que tardemos es un segundo que puede faltar oxígeno en el cerebro del bebé que tienen que nacer.
Una vez más estamos sin luz. Corro a encender el generador mientras el cirujano se va preparando en el quirófano mientras espera la llegada del equipo de enfermería.
Un rugido inunda el hospital y a continuación se hace la luz. El generador empieza a funcionar.
El personal de enfermería ya ha llegado.
Empezamos.
El cirujano muestra una gran habilidad y destreza. Con movimientos rápidos y seguros, alcanza en pocos segundos el útero y brota una pasta verdosa. Malas noticias. Se confirma el meconio grado III.
Sumerge su mano entre la pasta verdosa y la extrae a los pocos segundos tomando la cabeza con las dos manos para extraer el cuerpo que la acompaña, un cuerpo flácido y pálido.
Pinza el cordón umbilical.
Y ahora es cuando debería romper a llorar, cuando debería inpirar su primera bocanada de aire llenando sus pulmones de oxígeno. Ahora es cuando debería empezar la vida.
Y empieza la vida y al mismo tiempo una contra-relog contra la muerte, una lucha por la supervivencia.
No podemos esperar ni un segundo. Ante un recién nacido que no respira, con aguas meconiales, lo primero es aspirar el meconio que haya podido ingerir. Tomamos el tubo endotraqueal y aspiramos en tráquea.
Como por arte de magia, un llanto nos llena de alegría. Pero es débil. Tomamos ahora la bolsa con mascarilla ajustando de manera hermética la mascarilla con nuestras manos de manera que cubra bien su boca y nariz, y apretamos la bolsa con nuestra mano para insuflar aire en sus pulmones.
Repetimos la maniobra.
Mientras mi compañera, la matrona experimentada colocamos los dedos en el cordón umbilical para poder comprobar si late.
Late, hay vida. Pero el latido es lento. "Menos de 60 pulsaciones" me dice
Sabemos los dos lo que significa. Debemos iniciar el maje cardíaco.
Yo prosigo con la vía respiratoria, manteniendo la posición de la cabeza en posición neutra y la mano en forma de "C" ajustando bien la mascarilla, mientras con la otra comprimo de manera rítmica la bolsa.
Ahora, la matrona, abraza el pequeño cuerpo del bebé entre sus manos y con sus dos pulgares, en la línea media del tórax en la región inter mamilar, realiza tres compresiones del tórax con sus dos pulgares.
A continuación, yo realizo una insuflación comprimiendo la bolsa.
Y así proseguimos de manera rítmica 3 compresiones, 1 ventilación, rítmica 3 compresiones, 1 ventilación, rítmica 3 compresiones, 1 ventilación...
El color empieza a cambiar y se empieza a sonrojar. El blanco se torna rojizo.
El tórax se empieza a mover queriendo respirar.
La matrona vuelve a colocar sus desde en el cordón. "Ahora más de 100 latidos por minuto".
Una gran alegría.
Es momento de parar el masaje cardíaco y seguir con las ventilaciones.
Se empieza a mover y de golpe rompe con un llanto que nos desborda de alegría. Y otro. Y otro. Ahora sí que llora vigorosamente.
Ahora sí, bienvenido a la vida.
Acaba de nacer y ya podemos decir que ha nacido dos veces.