Revista Cultura y Ocio

"VOLVER". Parte 2.

Por Mª Luisa López Cortiñas


Si no has leído la primera parte pincha en este enlace.

Cuando vuelven, las llamas comienzan a lamer el techo, los niños corren hacia la puerta, chillan y piden ayuda cuando bajan las escaleras, siguen gritando cuando llegan a la calle. Las llamas son aparatosas pero controlables, las apaga el primer vecino que llega. Pero hay días en los que no hay suerte, y la policía está justo en el lugar en el que no se la necesita. Cuatro menores despavoridos y solos, no son buena carta de presentación. Acaban en comisaría envueltos en miedo.

Cuando localizan a Estela, ésta quiere volar. El jefe considera no adecuado que vaya a comisaria con su uniforme, no quiere que su hotel se relacione con asuntos turbios, y le dejan una aséptica camisa blanca, y unos pantalones azules en los que caben dos como ella. Hace el viaje de vuelta con Elena envuelta en silencio y rabia.
Cuando llega, lo primero es asegurarse que los niños están bien, da gracias que lo ocurrido no haya ocasionado mayores desgracias, y ruega salir de allí con sus hijos.
Suena el teléfono de Estela, mira la pantalla, número desconocido. Contesta.
La señora Estela —siente un eco cercano, se da la vuelta, y sí, la está llamando el policía que tiene a sus espaldas, él la mira, y se percata de que la persona con la que habla está allí. Es ella.
El policía carraspea, no lleva en comisaría ni un par de semanas, y le toca esto.
Señora, es posible que hayamos encontrado a su marido, venga conmigo. Estela señala a los niños.
No se preocupe yo me hago cargo. Siga por el pasillo todo recto hasta llegar a unas escaleras, una vez allí la puerta del fondo.
Estela sigue el camino que le indica el agente. Baja las escaleras. Cada vez que desciende un peldaño, el aire se vuelve más frío. Le han encontrado. Tiritando llega a la puerta del fondo del pasillo. Le han encontrado. La puerta está entreabierta no obstante da un par de golpes en la misma y solicita permiso, una voz masculina le pide que entre. Es el lugar más frío en el que nunca ha estado, el vello de gallina, los dientes castañean, levanta la sábana blanca, sí es mi marido. Ni una duda, labios violetas, piel envejecida, pero no hay duda, son sus rasgos, y el lunar con forma de Y griega que tiene al lado derecho del cuello le hacen inconfundible. Es él.
Como una autómata abandona la gélida estancia, prefiere recordar al Washington sonriente que la conquistaba con sus piropos, y optimismo. A medida que sube escalones, la respiración se entrecorta y el futuro se ensancha. Él no les había abandonado, le había dado un infarto dicen, le sorprendió por el atajo que conduce al predio de los Benejam, le encontró un senderista esta mañana, una suerte que cayera bajo la protección de unos matojos, le harían llegar sus objetos personales, incluido el dinero que portaba en los bolsillos.
Entonces se acordó de aquella furgoneta de segunda mano que quería comprar, y de aquella sorpresa que le iba dar el domingo. ¿Cómo pudo desconfiar así?
El paso de abandonada a viuda comenzó a deshacer el nudo que tenía en el estómago desde que él desapareció,y lágrimas tímidas comienzan a salir del alma.
Cuando llega al lado de sus hijos sólo es capaz de decir:
Papá, está en el cielo.
Y todos se permiten el lujo de los pobres, cariño, abrazos y consuelo.
Cuando llegan los de asuntos sociales, el policía señala el cuadro y no hay quien tenga cojones de decirle nada a esa mujer. Falsa alarma, y ya se inventarán algo para los papeles. ¡Maldita burocracia!
La familia intenta recuperar aliento y abandonar el inhóspito lugar, pero hay días que deciden enredarse entre los dedos, y ese hijo bastardo de la libertad que llaman teléfono móvil vuelve a sonar inmisericorde.
¿Diga?
Buenas noches, podía hablar, por favor, con Estela Claramunt…
Al tiempo que ella está respondiendo la llamada, entra en comisaría un detenido borracho, por la confianza con la que se mueve, deber ser un habitual. Decide amenizar la espera para su declaración, envolviendo todo con su canto.
Volver 1
con la frente marchita 
Sí, soy yo. Dígame.
Las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Lamento comunicarle…
Sentir 
que es un soplo la vida
Su madre ha muerto…
Cuando la llamada finaliza, Estela comienza a mover la cabeza hacia los lados, se acerca al borracho, posa su mano en el antebrazo del sujeto y dice:
No sé si la vida es un soplo, pero sin duda, tiene un sentido del humor macabro.
El borracho continúa con su cantinela sin mirarla, volver, con la frente, Estela toma del hombro a Wilson, platearon mi sien, arropa a sus hijas, que veinte años no es nada, se disponen juntos, que febril la mirada, a abandonar la comisaría, errante en las sombras, da la vuelta, te busca y te nombra, alza la voz y le desea suerte al borracho, éste se levanta y continúa cantando dirigiéndose a ella.
Vivir
con el alma aferrada,
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez.
  1. Volver. Carlos Gardel
    ©Mª Luisa L. Cortiñas
    "Volver" es uno de los trece relatos de "Semana de prodigios"

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