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¿Volverán los monopatines eléctricos en nuestra rambla sus bandadas a juntar?

Por Pallares
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¿Volverán los monopatines eléctricos en nuestra rambla sus bandadas a juntar?

Fue poco antes de la pandemia. Nadie sabía lo que se venía, desde Bill Gates a Deep Blue. En las capitales del mundo y (por qué no?) en Montevideo desembarcaron los monopatines eléctricos, heraldos de la transición energética en el transporte. Dejemos atrás los motores de combustión interna, acorazados sobre ruedas ensuciando el aire que respiramos. Subamos a lo amigable, sustentable y minimalista, la nueva energía propulsora de nuestro tiempo: la energía eléctrica renovable.

Fue divertido al principio y vino como anillo al dedo a turistas que querían recorrer la pintoresca Rambla montevideana. A comienzos de 2019 desembarcaron las primeras Lime y luego Gron y Movo. Se auguraba un futuro brillante con la pronta incorporación de los autos eléctricos compartidos que ya estaban presentando propuestas a la Intendencia de Montevideo.

Pero el sueño no llegó a concretarse. Unas 700 patinetas eléctricas empezaron a formar parte del espacio urbano, no tan amigablemente como pensábamos. El uso no fue intensivo, por distintas razones como su costo por unidad de distancia recorrida, dudas sobre la seguridad vial y que Montevideo no es una ciudad altamente densa como otras capitales del mundo.

Claro que el golpe de gracia vino con la inesperada pandemia que una por una afectó a los grandes centros urbanos, la reducción de movilidad que redujo la demanda de traslado debido a las cuarentenas, cierre del país y el rápido despliegue del teletrabajo.

Así que en 2020 las “bandadas” desaparecieron de la Rambla, Ciudad Vieja y esquinas variopintas y nadie los extrañó mucho ya que el turismo también desapareció de los lugares que frecuentaba.

Un poco de contexto

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Con el desarrollo de las baterías de ion litio, que permiten cada vez mayor acumulación de energía en un volumen reducido y con precios cada vez más accesibles, empezaron a tener sentido las aplicaciones de “micro movilidad”: biciclos, bicicletas y monopatines eléctricos. Emprendedores soñaron en reemplazar esa última milla recorrida hasta destino ya sea en transporte público o a pie. En 2001 la empresa Segway presentó su biciclo que (aunque hoy discontinuado) identificamos con la vigilancia en parques y shoppings.

No fueron las empresas establecidas fabricantes de medios de transporte (automóviles, camiones y ómnibus) que apostaron al cambio, no visualizaron nada que ganar con el cambio. Fondos de inversión y emprendedores están apostando en grande a que la transición energética cambie por completo el mapa de la industria del transporte. Marcas como Ford, Chrysler, Toyota, Volkswagen podrían quedar en el rincón de la nostalgia y otras como Tesla, Rivian, Google, NIO, BYD tomen su lugar. Algo similar a lo que pensamos cuando miramos la película “Blade Runner” original (1982), donde las entonces poderosas marcas de computación ya no existen como tales.

Esos fondos de inversión como Softbank han dado alas a las empresas innovadoras que quieren romper el tablero como Uber. Esta empresa, a su vez, siendo una plataforma de transporte por aplicaciones invirtió en Lime, tratando de capitalizar la misma tecnología en la que había invertido millones. Como la mayoría de estas inversiones, no eran rentables al principio, pero se apuesta a un dominio de mercado que se desarrollará en el futuro, donde se realizarán las ganancias. El costo y la vida útil de los monopatines eléctricos, diseñados más como un “juguete” que un medio serio de transporte, hicieron que estas empresas perdieran grandes sumas de dinero, que son soportadas por los inversores que apuestan a la dominancia a largo plazo.

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Se despliega entonces a fines de los 2010s un plan de negocios para ofrecer esta micro movilidad en los grandes centros urbanos, congestionados y con pocas alternativas de movilidad. Primero en las grandes capitales mundiales y luego paulatinamente en otras.

Llega la pandemia covid 19

Esta parte de la película ya la conocemos, entre enero y marzo de 2020 se conoce que se ha expandido un nuevo virus que tiene una mortalidad muy elevada para los niveles tolerables en la salud pública moderna. En particular ataca a las personas mayores y es muy contagioso. Las emergencias y CTIs mundiales colapsan con el ingreso de cantidades nunca planificadas de personas con infecciones pulmonares graves ante las cuales la medicina no tiene mucho que ofrecer. Lo único posible es la prevención de la infección a la usanza ancestral: la cuarentena.

Comienza una restricción mundial a la movilidad en general, pero en particular a la micro movilidad que estaba asociada a compartir el medio de transporte y a recorrer distancias de paseo, turismo o trabajo presencial, todo lo que precisamente estaba restringido. Las empresas que brindaban este servicio en Montevideo se retiraron a comienzos del 2020, al mismo tiempo que se retiraron de las demás capitales sudamericanas.

Un nuevo comienzo 2022

No escapa a montevideanos atentos que al presente se ven cada vez más monopatines y motos eléctricas en las calles, sólo que ahora son privadas. El negocio de compartir los monopatines suponía que los precios de los mismos eran elevados relativo a un uso muy esporádico. Pero todo evoluciona y hay cambios de demanda y de oferta después del 2020 que traerán nueva vida a la micro movilidad.

Si bien la movilidad “tradicional” con automóviles y autobuses ha vuelto al nivel pre pandemia, el teletrabajo, las telecompras y el tele estudio llegaron para quedarse. Muchas personas y familias repensaron el tiempo que dedicaban a transportarse en un entorno congestionado, concluyendo que muchas veces carecía de sentido. Los modelos híbridos nos dan libertad y con ella podemos dedicar más tiempo a intereses personales que probablemente requieran menores recorridos que antes. También ha cambiado la percepción hacia el transporte público en su dimensión sanitaria. Por último, pero no menos importante, las generaciones jóvenes son conscientes del impacto de emisiones de gases efecto invernadero que tienen sus desplazamientos; el transporte eléctrico personal es una forma interesante de abatir la huella de carbono.

Todo esto mueve la demanda hacia mayor micro movilidad.

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Por otro lado, la oferta hace su juego: precios cada vez más competitivos y una variedad de formatos que se adaptan a los rangos de edad y tipo de necesidad. Los monopatines son la versión más icónica tal vez, pero son más populares las bicicletas eléctricas y las scooters. El 2021 ha sido el año de la bicicleta eléctrica (ebike) con crecimientos de ventas de más de 200%. También hemos visto los uniciclos, biciclos, triciclos y patinetas eléctricas, a veces más pensadas para niños, pero con utilidad práctica para todas las edades.

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Por lo tanto, este medio de transporte ya no es necesario sea de alquiler, puede ser un medio económico de transporte personal, aunque, como todos, tenga un bajo porcentaje de tiempo en uso. La consultora McKinsey prevé que al 2030 la demanda mundial de micro movilidad multiplicará por tres la demanda de vehículos por aplicaciones, como Uber. Es clara la razón por la que fondos de inversión se apuran a hundir millones en el presente para asegurarse una participación en el futuro.

Los desafíos futuros

¿Volverán las “bandadas” de monopatines a amontonarse en las esquinas? Es probable, cuando vuelva el turismo a gran escala. Pero serán mucho más comunes en los hoy estacionamientos de motos y bicicletas, que por cierto, en mayor proporción serán eléctricas.

También volverá la controversia sobre su seguridad vial, para sí, para peatones y demás vehículos. Es claro que cada forma de transporte “da pelea” por su espacio urbano, cuanto más popularizado, más presión ejerce. Si el público objetivo es el turista, entonces estará relativamente restringido a las zonas costeras. La Rambla, como espacio público estará todavía más estresado.

Pero si por el contrario, se adopta la micro movilidad en trayectos rutinarios de los montevideanos, las necesidades de vías seguras se incrementarán en un territorio mucho más extenso. El escenario post pandemia revolucionará la relación de los trayectos desde “casa” a la “oficina”. El antes espacio de trabajo podrá volverse “casa” ocupando distritos anteriormente dedicados a lo comercial o institucional. Las necesidades de transporte serán más locales y los automóviles y buses ya no tendrán tanta demanda de espacio.

¿Utopía? Varias ciudades europeas están planeando limitar el acceso a los vehículos de combustión interna a sus centros. Por ahora serían sustituidos por vehículos eléctricos, pero ¿qué pasaría si se destinan los espacios públicos ahora dedicados a autos, vehículos de reparto y sus áreas de estacionamiento a la micro movilidad? Algo como sucede en París desde 2015 en el “Día libre de autos” para los cuatro distritos centrales. ¿O si la senda peatonal de la Rambla los domingos de tarde se extendiera mucho más?

El futuro de la micro movilidad está por escribirse.

 
Por: Ventura Croce
Ventura es Ingeniera química y se desempeña en el sector energético desde hace 30 años. Es docente y ha brindado conferencias sobre industria de petróleo, sus perspectivas y la transición energética. Escribe artículos sobre estos temas en su perfil LinkedIn
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