Revista África

¿Volveremos a los dispensarios médicos para pobres e inmigrantes?

Por Aurora Moreno Alcojor @Alcojor
Mucho se ha escrito ya sobre la decisión del Gobierno de retirar la tarjeta sanitaria a los inmigrantes a partir del próximo 1 de agosto, pero la medida corre el riesgo de terminar pasando desapercibida en un tiempo en el que nos levantamos cada día con nuevos recortes, pagos y repagos.
Un riesgo en este caso doble porque afecta precisamente a personas que no irán de ninguna manera a manifestarse a la puerta de ningún ministerio. Triple, de hecho, porque son muchos los ciudadanos españoles que consideran esta medida bien tomada, faltaría más. (Lean si no, algunos de los comentarios a este post, Matar inmigrantes con el BOE, por poner un ejemplo).
Lo explicaba muy bien hace unas semanas Gonzalo Fanjul  pero, a riesgo de repetirme, voy a analizarlo yo también. Aunque sólo sea porque si, como dicen, una mentira mil veces repetida se convierte en realidad –como dicen que dijo Goebbels-, quizás una verdad mil veces repetida termine también siendo escuchada.
Este asunto no es una cuestión de solidaridad ni compasión. Es, sencillamente, cuestión de Derechos, algo que no se puede dar y quitar a voluntad de los políticos. Pero poniéndonos más prosaicos, es también una cuestión de egoísmo. Pura y llanamente egoísmo.
Porque todos los estudios sobre el tema demuestran que los inmigrantes, especialmente los que no tienen residencia legal, utilizan menos la sanidad que el resto de los mortales. (Según un exhaustivo informe  exhaustivo realizado por médicos de Atención Primaria de Zaragoza “los inmigrantes adultos fueron 4,2 veces al médico por las 6,7 de los españoles. En el caso de los y las menores inmigrantes acudieron en 5,5 ocasiones frente a las 7,3 visitas de los niños y niñas autóctonos".

¿Volveremos a los dispensarios médicos para pobres e inmigrantes?

"Los elegidos para morir por el bien de los españoles". Carta al director de un médico.
Se puede leer el texto en formato digital aquí.


Tiene lógica. En primer lugar, porque acudir al médico supone exponerse, y en segundo porque los recién llegados suelen ser jóvenes, y por tanto con menos dolencias físicas que nuestra envejecida población nacional.
Pero aunque no fuera así, y teniendo en cuenta que siempre saldrá más barato atajar una enfermedad desde el principio que curarla cuando ya se encuentra en estado avanzado, y siendo conscientes de que compartimos todos un mismo espacio público, y dando por hecho –quizás sea demasiado suponer- que no vamos a dejar morir a nadie cuando se encuentre en estado grave, la realidad es que nos gastamos menos ofreciendo atención sanitaria primaria que sólo de urgencias. Los propios médicos han alertado ya que dejar sin asistencia a estas personas supondrá mayores gastos, colapso en urgencias y dificultad en el control de epidemias.
 
 
¿Volveremos a los dispensarios médicos para pobres e inmigrantes? 
Y todo ello para ahorrar, en teoría, en 500 millones de euros. Con una argumentación que pretendidamente confunde inmigración y turismo sanitario, cuando las diferencias están bien claras; tal y como explica José Carlos Rodríguez en su autoacusación: “Me declaro culpable de haber fomentado el turismo sanitario”:
No soy ingenuo y sé que desde hace muchos años ha habido muchos extranjeros que han abusado de nuestro sistema público de salud, pero quienes lo han hecho no son precisamente los inmigrantes que vienen de los países más pobres, sino más bien turistas europeos de países ricos que llegan a España (...)

Son muchas las medidas de los últimos meses que nos están llevando a una clara vuelta al pasado en todos los sentidos. Pero ésta es una de las que me provoca imágenes más nítidas. Recuerdo esas películas de principios de siglo en las que un médico voluntario se ofrecía a pasar consulta de forma gratuita entre las capas más miserables de la sociedad. ¿Es eso lo que nos espera?


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