Hacía tiempo que no me echaba un rato en mi jergón de la habitación del Point Hotel de Estambul. El que hace chaflán con Cumhuriyet Caddesi. He tenido que irme a otros menesteres. Pasear por otros rincones imaginarios. Beber cerveza en otros garitos infectos. Antes de pasarme por el DoRock.
Y me habéis dejado el asunto hecho unos zorros. Malditos. Le habéis dado un tajo, un mal tajo, a mi libertad. Cabroncetes. Ays. Democracia. ¿Y ahora qué hago yo? Pues no me queda otra. Tecla. Dientes apretados. Y rock&roll a toda virolla. Que no hay tregua. Yo me la tomé por un tiempo. Más de un año hace ya, desde mi última entrada. Manda cojones. No se os puede dejar solos.
Si Estambul está hecha unos zorros, no quiero pensar como anda mi Benimaclet querido. Voy a afilar mi Hewlett-Packard. A terminar de curarme de esta última gastroenteritis. A terminar de aprenderme el repertorio. Y a repartir. Qué os lo estáis ganando. Que mientras no os gobiernan no os roban. Y vosotros pidiendo que os metan mano. Pero al bolsillo.
Que sepais que hay vida libre después de la muerte, o al menos eso dicen Bruce y los suyos. He vuelto. Nunca me fui.