Por fin eclosionó: parecía que el viento arrastraba no solo las leves palabras sino también las más sólidas acciones, que éramos impermeables a la lluvia de abusos, mentiras y burlas que había caído sobre nosotr@s, que estábamos atrincherad@s tras una armadura de botellones y telebasura, que dormíamos el sueño de los justos en mitad de la injusticia. Pero los movimientos, en apariencia aislados, de unas minorías que no se rindieron, tal vez en el fondo inconscientemente secundadas por la mayoría, cristalizaron al fin. Esta gran marea ya no se para y, aunque acabe estrellándose en los diques del sistema, aunque las corrientes internas de los acontecimientos nos empujen a orillas desconocidas y todo esto acabe convirtiéndose en algo diferente a lo que sus instigador@s quisieron, siempre nos quedarán estos días, siempre nos quedarán las plazas.
Pero hagamos un leve intervalo en nuestra lucha callejera: hoy se abre un frente diferente y decisivo. Complementemos nuestra potencia e influencia demostrada, nuestra autonomía como fuerza política ciudadana, quitando el poder a los que nos han llevado a esta situación. No les empoderemos con nuestra abstención ni con nuestros votos en blanco, que solo les beneficiarán y perpetuarán el sistema, su sistema. No les votemos a ellos: votemos a otr@s y démosles un margen de confianza bien vigilado. Como bien decían ayer en la acampada de Barcelona, ellos son nuestros empleados y nosotr@s sus jefes con la posibidadad del ERE de nuestra parte. Y las plazas sempre seguirán ahí, y si no, las inventaremos.