Ahora estamos en una de esas encrucijadas. Hace 12 años, tras los atentados del 11 de Marzo de 2004, decidimos empezar a meter palos en unas ruedas que giraban a velocidad de crucero y caer en la trampa, que unos asesinos nos tendieron, de votar a Jose Luís Rodriguez Zapatero. Ese señor fue un cáncer, el mayor cáncer de la reciente historia de España. Zapatero ha sido un cáncer tan grande que, a pesar de haber extirpado el tumor, nos ha dejado muchas ramificaciones por todo el territorio nacional. Falta de cultura, falta de empatía, falta de patriotismo, falta de unidad y sobre todo, lo más importante, la parcial memoria histórica que ha reabierto muchas heridas, ya cerradas mucho tiempo atrás. Las consecuencias de este inútil las seguimos pagando todavía. Crisis económica galopante desde 2007 y sobre todo la reactivación del comunismo y la extrema izquierda más violenta y revanchista que se recuerda en los últimos decenios. Su resurgir ha sido tan fuerte que, a día de hoy, tienen muchas posibilidades de formar gobierno con la complicidad del, históricamente traidor, Partido Socialista Obrero Español. En pocos días tenemos nuevas elecciones y las opciones son dos. O votar por los comunistas/socialistas del nuevo Frente Popular, que nos auguran malos tiempos, sufrimiento y la posible división de nuestra nación; o votar lo malo conocido que nos garantice que España va a seguir siendo, al menos, lo que ha sido hasta ahora. Lo he dicho muchas veces, las opciones son regular o nefastas, esas son las opciones que tenemos a día de hoy los españoles. Yo he elegido, de momento, votar por España. Votar por España es mantener las cosas como están hasta ahora y darnos una prórroga de cuatro años. Una prorroga para buscar otras opciones políticas que nos devuelvan la estabilidad, la unidad, la cultura, el respeto, la educación, la economía y el patriotismo que ahora no tenemos. Mi voto es claro, yo #VOTOPORESPAÑA. Artículo de @jsobrevive
Revista Sociedad
Los españoles nos hemos encontrado a lo largo de la historia en muchas encrucijadas. Unas nos han venido de sorpresa, sin esperarlas, como de repente y siempre hemos solventado esas encrucijadas sin ningún problema. Sin embargo la mayoría nos han llegado porque nos las hemos buscado nosotros solos, sin ayuda de nadie nos vamos poniendo palos en nuestras propias ruedas. Esas han sido siempre las peores, las más difíciles de resolver porque han provocado un problema mucho más grande, la desunión de todos.