El nacimiento de Podemos con gran atención mediática se produjo tras las protestas del 15 de mayo de 2011 con masas de jóvenes indignados contra el capitalismo y la austeridad económica del gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, aunque sólo apareció como partido en 2014 con el PP de Mariano Rajoy.
Casi nadie le prestó atención a otra organización que nacía a finales de 2013 con indignados de otro carácter, ni más ricos ni más pobres que los otros, llamada Vox.
Calificado de la extrema derecha, es la contraparte del ultraizquierdismo podemita y se presenta como hostil al PP, al que acusa de haber abandonado el “Derecho Natural” contra el aborto y la ideología de género, además de permitir el acoso separatista y no escuchar a las víctimas de ETA.
El partido fue fundado por Santiago Abascal, sociólogo bilbaíno de 42 años ahora, antiguo parlamentario vasco del PP y bajo amenaza de muerte por ETA desde el siglo pasado, con la inspiración del antiguo dirigente del PP catalán Aleix Vidal-Quadras, científico nuclear destituido por José María Aznar por ser belicoso con el nacionalismo de Jordi Pujol.
A ellos se unió quien fue un héroe para muchos españoles, el funcionario de prisiones, maestro y abogado José Antonio Ortega Lara, que entre 1996 y 1997 pasó casi 18 meses secuestrado por ETA.
Juntemos los elementos ideológicos anteriores con la indignación de personas frustradas porque ni el PP de Rajoy ni la izquierda del PSOE, y mucho menos la ultraizquierda de Podemos, dan respuesta a sus demandas tanto como Estado, como económicas y morales, más que éticas.
Vox está creciendo de manera notable según numerosos sondeos: hay muchos electores que piensan como sus fundadores o inspiradores y tan indignados con la indecencia de tantos políticos estilo Rodrigo Rato o Narcís Serra como los de cualquier otro partido.
Es otro movimiento de indignados que va a entrar, quizás con fuerza, en la política española.
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SALAS