Se me va a hacer tremendamente larga la campaña electoral. No solo por su enorme duración, con sus cuatro elecciones, todas las posibles, si no por la estomagante sensación de déjà vu que en cada proceso electoral se despierta en mí desde hace un tiempo. Como ya ha anunciado el Partido Libertario atenderemos todas las citas, así que quizá el trabajo habitual, que por suerte no me falta, junto con la carga extra de responsabilidades logísticas y administrativas, que supone una campaña electoral para un partido como el nuestro, consiga evadirme del entorno político, cada vez más empalagosamente indigesto. Trabajar en la campaña para evadirse de la campaña. Quién lo diría.
A mi modo de ver no hay nada nuevo bajo el sol. Como ya puse de manifiesto en mis dos anteriores artículos sobre el tema, aquí y aquí, la irrupción de Vox en el panorama político me recuerda demasiado a la de Podemos. Un lobo con piel de cordero, que empezó aupándose en las elecciones andaluzas al parlamento, canalizando el cabreo de una importante parte de la población y con alguna propuesta aparentemente sensata sobre el papel y otras muchas esencialmente colectivistas y peligrosas.
Contra el pesebre LGTBI o nacionalista centrífugo cabe luchar creando una Consejería de Familia o defender sin ambages la nación Española. Evidentemente se trata de defender la familia tradicional frente a otro tipo de familias, no en coexistencia, si no por oposición. Por supuesto obvien que nacionalismo viene de nación, sea esta la que sea. Por supuesto lo suyo es que, en lugar de sacar las garras del Estado del matrimonio, mantengamos solo aquel que nos interesa. En lugar de propiciar una transición coherente que elimine la seguridad social franquista, saquemos de ella solo aquello que nos interesa, y además prohibámoslo. Es el mismo quítate tú para ponerme yo, de hace cuatros año.
Por supuesto, no faltan los hooligans acríticos que igual me llaman socialista o que defienden que el todo “presidente” Abascal pueda determinar a quien se detiene o se deja de detener. El guion sigue siendo el mismo que seguían los podemitas, incluidos los videos ñoños y cursis. La democracia real de aquellos se sustituye por la nación constitucional de estos. De la separación de poderes, de la propiedad privada y sobre todo del desmantelamiento del Estado del Malgastar, ya hablaremos otro día.
Publicada en DesdeElExilio.com