“Los efectos del voxtión ya se manifiestan en Andalucía, pero todo apunta a una virulenta propagación en las próximas elecciones municipales y autonómicas”.
A fecha de hoy, el crédito político de Vox se mantiene intacto a pesar de las campañas orquestadas en su contra y con independencia de que a muchas personas, entre las que me incluyo, el vocabulario ácido y faltón de su líder, Santiago Abascal, les haga la misma gracia que una patada en la entrepierna.
El fenómeno Vox parece acrecentarse en la misma medida que lo hacen las campañas que pretenden criminalizarlo, especialmente si las orquesta un partido con marcada tradición golpista (1934 y 2017) como Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) por mucho que el garrapato Gabriel Rufián lo presente como paradigma democrático.
También lo hace cuando, desde la extrema deshonestidad, la extrema indecencia, la extrema estupidez, la extrema insensatez y la extrema cobardía, Pedro Sánchez Castejón y su panda les acusa de extremistas e inconstitucionales. Y cuando los populistas podemitas, de inspiración bolivariana, extreman la violencia verbal, queman coches, asaltan comercios y destrozan mobiliario urbano siguiendo consignas de su líder, ese totalitario extremo llamado Pablo Iglesias. Y qué decir cuando quien lo hace es el muy racista y antiespañol Joaquín Torra o los herederos políticos de ETA, la banda de hijos de puta que asesinaron casi a mil hombres, mujeres y niños.
A poco que se empeñen socialistas, nacionalistas y podemitas, el fenómeno Voxtión está llamado a condicionar la política .
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Así que, a poco que se empeñen socialistas, nacionalistas y podemitas, el fenómeno “voxión” (también llamado voxtión) está llamado a condicionar la política tanto como el bosón condiciona la materia. Si para la física de partículas y de altas energías el bosón es la partícula portadora de las fuerzas fundamentales, para la política nacional, el voxión aparece como el fenómeno político que, incluso a baja intensidad, ha de propiciar interacciones capaces de dar un vuelco sustancial al actual mapa político español.
De momento, los efectos del voxtión ya se manifiestan en Andalucía, pero todo apunta a una virulenta propagación en las próximas elecciones municipales y autonómicas. Al tiempo.
José Simón Gracia @mehuelea
Fotografía: La Razón
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