Si nuestro médico nos dice que haciendo ejercicio podemos adelgazar, reducir riesgo de cardiopatía y osteoporosis, disminuir el síndrome premenstrual, mitigar la depresión, las migrañas y mejorar nuestra vida sexual, la elección es fácil: voy a hacer ejercicio.
Justo en este momento es cuando aparecen los “es que”:
- Es que nunca he hecho ejercicio
- Es que no estoy acostumbrada
- Es que no encuentro un ejercicio adecuado a mis características
- Es que soy muy mala para los deportes
- Es que soy incapaz
- Es que no tengo dinero para ir al gimnasio
- Es que soy muy torpe
- Es que estoy muy cansada
- Es que no tengo tiempo
- …
La lista puede ser interminable, lo que no nos damos cuenta “es que” tampoco tenemos que llegar a ser deportistas de élite para estar un poco en forma ni acudir al gimnasio obligatoriamente. Hay estudios que demuestran que con caminar media hora todos los días a paso rápido ya podemos notar el “estado de ánimo eufórico del corredor”.
Vamos a elegir un ejercicio divertido, por ejemplo si andar nos aburre, podemos elegir la bicicleta. Si preferimos el ejercicio con más personas, podemos quedar con nuestras amigas y correr un rato todos los días o jugar a deportes de raqueta como tenis o pádel.
Vamos a ser realistas. Si nunca hemos hecho ejercicio, tampoco vamos a correr dos horas y pretender estar como nuevas. Si comenzamos con planes muy ambiciosos tenemos tendencia a sentir el fracaso y abandonar. Poco a poco se llega más lejos, podemos optar por un paseo a ritmo rápido varias veces por semana. Es mejor no exigirnos demasiado.
Vamos a incoporar el hecho de hacer ejercicio como una actividad más de la vida cotidiana: subir las escaleras andando, dejar el coche más lejos del sitio donde vamos.
Vamos a recompensarnos. Cada vez que logremos una meta que nos hayamos marcado, vamos a recompensarnos.
Vamos a crear un entorno adecuado. Prepararemos ropa adecuada para hacer deporte, quedaremos con amigas si nos gusta más y estaremos pendientes de los progresos que vayamos realizando.
Vamos a esforzarnos. Como el esfuerzo es un hábito, según los expertos se tarda entre 60 y 90 días en incorporar el ejercicio a nuestra rutina. Sin esfuerzo es difícil que lo consigamos.
No hace falta mucho para encontrarnos mejor y vivir mejor