Revista Opinión

Voz muda

Publicado el 25 mayo 2019 por Carlosgu82

Ensayo de una voz muda.
 

He sido testigo del descaro humano. Una serie de eventos que arrasaron con vientos ardientes el seno de una familia, que en tiempos que ya lejanos, tenía una esencia pura.

¡Es de esperar! La pureza es naturalmente consumida por la presencia de seres tan viles que arrastran su cuerpo miserable por el lodo de una vida acomodada.

En este mundo, hay individuos que tienen una búsqueda infinita de encontrar el lugar en que su voz sea abrazada y que no se pierda en la mezcla de sonidos de un pantano sin sentido. Que sin tocarse el corazón, ahoga los gritos desesperados de un alma ansiosa. A su vez,  en coexistencia a este ser sensible, hay bestias infernales.

Desdichados animales que tragan y destruyen todo aquello que tiene la infortunada suerte de estar en su presencia.

Bestias que esconden sus dientes podridos tras una sonrisa apretada e hipócrita; cortando las manos desgastadas de sus hermanos trabajadores, que con una venda en los ojos perdonaron una vez más, lo ya repetido.

Terrible titán, que sin vacilar te alimentas de cuerpos desnutridos y quemas mentes débiles.

Criaturas hambrientas.

Criaturas codiciosas.

El camino se mancha con el frio rastro de tu larga cola, dejándolo humedecido por las lágrimas que has causado. Tus cuernos puntiagudos desgarran la tierra que se levantó a costa de sangre y sudor. Vives de la deshumanización y el desgarro que le produces a cuerpos desnudos que se encuentran atados a una pesada ancla psicológica.

Monstruo de apariencia ordinaria, que esconde sus grandes y pesadas pesuñas negras bajo zapatos de cuero barato. Con tus sucias uñas dejas el cuello desgarrado y fuera de lugar, asegurándote de mantener las cabezas agachadas ante tus barbarías.

Estrujas mi cuello con la frustración, lo retuerces hasta romperlo, haciendo que las rodillas de mi mente frágil se raspen en el descenso al odio.

Violador de mentes brillantes. Tú que vuelves toda voz muda, buscas a mi hijo para arrebatarle todo de lo poco que tiene.  Buscas a mi padre para llenarlo de impotencia, buscas a mi abuelo para apoderarte de su incapaz mente.

Ser macabro que te escondes tras actos cobardes, asesinando buenas voluntades, devorando el progreso y sepultando pies andantes.

Tus mentiras y manipulaciones negras derriten tu lengua, haciendo que gotas de veneno manchen el camino donde dejaste una vida digna atrás.

Tu monstruo cruel,  que juegas a ser la victima mientras tu reflejo te delata.

Me has negado el derecho de estar tranquila, de poder visitarte sin miedo a que mi felicidad desaparezca entra las neblinas de tu influencia.

Maquillándote tras palabras dulces y una palmada en el hombro, tu descaro cubre tus manos oxidadas, donde la mugre de tus acciones se entierran bajo tus largas uñas descuidadas.

Descaro tuyo, al pararte frente a ti y llamarme por mi apodo, que se me fue dado con amor, engañándome tras un salud de falso gusto. Piensas acaso que me lo tragaré y una vez con la barriga llena, vendare nuevamente mis ojos y dejaré que te escabullas a aquel agujero que te creaste a partir de lo que alguna vez fue un lugar lleno de calidez.

Desdichado

Desdichado

Desdichado.

Desdichado has de ser.

¿Que más he de poder hacer? Siendo alguien de jerarquía baja, solo queda rendir cuentas favorables que sean dignos del apellido que se nos ha dado, y al momento de fallar, tener la mira sobre nosotros, encubriendo a estos monstruos

Sin embargo, he de decir, con la única gota de valentía que he de tener: Tus ojos rojos ya no me intimidan.

Podría atreverme a hablarte por tu nombre, pero es claro saber que no necesito hacerlo para que sepas a quien refiero.

Bestia que deja un ordo repugnante y un mal sabor de boca, al solo recordar su presencia. Decorando las paredes de su conciencia con cadáveres hambrientos, consecuencia de tu avaricia.

Desgraciada cobardía, que arranca mis cuerdas vocales y las guarda en el bolsillo de los demonios comunes.

Voz muda.

Voz silenciosa.

Es hora de que regrese tu presencia, a gritar lo que tu alma calla. Que el dolor ni la muerte te intimide.

Voz estrangulada.

Voz pálida.

Tu vida que ha sido violentamente acortada, donde el destino cruel ya ha dictado tu  juicio.

Voz mía.

Voz muda.

Ya no tienes nada que perder.


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