Revista Cultura y Ocio

Vredaman, de Unai Elorriaga

Publicado el 09 mayo 2020 por Goizeder Lamariano Martín
Vredaman, de Unai Elorriaga Conocí al escritor vizcaíno Unai Elorriaga en la Feria del Libro de Madrid de 2010. Blocion y yo habíamos comprado su novela Londres es de cartón en la emblemática Cuesta de Moyano unos meses antes y aprovechamos para que nos la firmase y, de paso, charlar un rato con él. Fue encantador. Muy amable y cercano. 
Aunque era la última obra que había publicado hasta ese momento, fue lo primero que leí de él. Después llegaron El pelo de Van`t Hoff y Un tranvía en SP. Hace unos meses en una de las bibliotecas públicas que visito regularmente tenían varios libros en expurgo y al ver que uno era de Unai Elorriaga me lo traje a casa sin dudarlo. Ahora, durante el dichoso confinamiento, por fin le ha tocado su turno a Vredaman

Creo que lo más justo para quienes aún no lo conozcáis es decir que Unai Elorriaga tiene un estilo peculiar. Sus libros hablan de la vida, de las cosas cotidianas, de esos pequeños grandes momentos que van llenando nuestra existencia. Pero lo hace de una manera especial. Con una forma de narrar única, por momentos desconcertante, a ratos absurda. Creo que es el típico caso de escritor que o te encanta o lo aborreces. Y yo estoy en el primer grupo.  En Vredaman conocemos a Tomás, un niño que debido a la enfermedad de Erroman, su padre, ingresado en el hospital, pasa el verano en casa de sus tíos, Martina y Abel, y sus primos, Iñes y Mateo. Durante esos meses convive también con su tía Rosa y su tío Simón Los días transcurren plácidos, tranquilos, sin sobresaltos, mientras acompaña a su prima Iñes a cazar insectos para completar los corchos que tiene que preparar para la universidad. Lo más importante es encontrar una libélula azul, para poder ser tan inteligente como los médicos Entre partidos de fútbol con su primo Mateo y sus amigos Balón, Beckenbauer, Ismael, Dolfo y Bistu, Tomás será testigo de la pasión que su tío Simón y su amigo Gur sienten por el rugby, hasta el punto de querer transformar un campo de golf en uno de rugby con nocturnidad y alevosía.  Mientras acompaña a sus tías Rosa y Martina en el cuarto de coser y rescata alfileres perdidos con un imán, Tomás escuchará la historia de Piedad, una anciana entrañable enamorada del arquitecto Samuel Mud, con el que, a pesar de los más de cuarenta años de relación, nunca llegó a casarse.  Y durante el verano que cambiará su vida para siempre Tomás también tendrá tiempo de ayudar a su primo Mateo a averiguar si realmente su abuelo, Julián Maldas, el aitite Julián, participó en 1927 en el Campeonato de Europa de Ebanistas Unai Elorriaga recupera en Vredaman el escenario que creó en El pelo de Van`t Hoff, los pueblos de Eldas y Lanta, situados en la comarca de Arbidas. Pueblos pequeños, de gente humilde, sencilla, trabajadora, cercana.  En menos de 200 páginas el autor logra introducirnos en la mente de Tomás, narrador de la historia, y con la ingenuidad de los más pequeños, con su fantasía, su imaginación, su ignorancia, sus sueños, nos muestra el mundo de los adultos ¿Lograrán Iñes y Tomás capturar una libélula azul? ¿Conseguirán Simón y Gur convertir un campo de golf en uno de rugby? ¿Por qué no se casaron Piedad y Samuel? ¿Quién ganó el Campeonato de Europa de Ebanistas? Las respuestas a todas estas preguntas se esconden entre las páginas de este libro lleno de historias entrelazadas. Un libro en el que las historias nos atrapan, pero los que realmente nos conquistan son los personajes. Peculiares, divertidos y, sobre todo, inolvidables. Porque son cercanos, entrañables y únicos.  Vredaman nos invita a reflexionar sobre la familia, sobre nuestros orígenes, sobre nuestros sueños, sobre nuestros miedos. Nos invita a divertirnos, a emocionarnos. A jugar. Porque la mejor manera de aprender quiénes somos es jugando. 

Bueno Vredaman, de Unai Elorriaga

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