Ese día había planificado o mejor dicho, esperaba hacer un vuelo a Valladolid, pero hay veces en los que el instructor te da una sorpresa.
Nada más levantarme me puse música, estaba contento, tenía ganas de ir a Sevilla, y aunque sabía que de Sevilla iba a ver poco más que el aeropuerto, no me preocupaba demasiado. Había volado en el simulador ese mismo vuelo, como 10 veces, era hora de volarlo de verdad...
El viaje de lujo, uno de esos días en los que empiezas a darte cuenta de lo que es el vuelo instrumental. Volar entre capas de nubes, o incluso dentro de las nubes es una experiencia muy divertida.Perder el contacto visual con el suelo, dejar de ver completamente cuando entras en la nube...comienzas a darte cuenta de la importancia que tienen los instrumentos que llevas en el avión. Por primera vez los miras sabiendo que son lo único que tienes para saber dónde y cómo estás.
La aproximación a Sevilla fue con algo de lluvia en algunos momentos, nada que afectase al vuelo, pero le da un añadido de emoción al escuchar cómo las gotas golpean fuerte contra el fuselaje y el parabrisas. Autorizados al ILS, miras dentro y sigues el localizador y después la senda como si te fuese la vida en ello.
Cuando alzas la mirada en mínimos, ya estás completamente encima de la pista, esto es lo que ves en mínimos...Antes de que te des cuenta estás en el suelo, y si no has estado previsor, las instrucciones de rodaje te pillarán fuera de juego, planifica la rodadura antes de la aproximación y evitarás quedarte con cara de bobo cuando te autoricen a rodar. Por suerte lo planifiqué bien y sabía por dónde salir de la pista y hacia dónde dirigirme.
Rodando por el aeropuerto te das cuenta de que eso sí es un aeropuerto de verdad, de que allí, eres el más pequeñín.
Tras un paseo por la terminal de llegadas y alguna foto más, de vuelta a Madrid, con unas bonitas vistas del aeropuerto de Sevilla.
Y sí, yo estuve allí!
Buenos vuelos!