La semana pasada tuvimos en Blanket Bay un grupo de seis huéspedes americanos muy peculiares. Tenían manías curiosas y un gran gusto por el acomodo pero era bastante divertido atenderles por lo excéntrico de sus peticiones.
El segundo día de su estancia el “líder” del grupo, que no había tenido un buen día, me preguntó “Enrique, ¿Tienes algún plan para mañana las 4:15 de la madrugada?” Obviamente le dije que no tenía pensado hacer nada a esas horas de la noche.
Resulta que tenían reservado un vuelo en globo por la zona de Arrowtown para los seis, pero ninguno quería levantarse tan pronto para conducir una hora hasta el lugar así que me ofrecieron ir a mí. Acepté encantado.
Aquella noche acabé de trabajar a las doce y a las tres y media ya me estaba levantando para ir a Blanket Bay donde nos recogería la limusina que nos llevaría a Arrowtown. Al final apareció una de las parejas del grupo, así que fuimos tres valientes.
Llegamos a la zona de despegue cuando aún estaban desdoblando los globos y descargando las cestas de los remolques. Hacía un frío que pelaba pero el sol ya empezaba a salir. Al final a las cinco y media de la madrugada el globo alzó el vuelo, llegando hasta una altura máxima de tres kilómetros. Pudimos ver el monte Cook, el monte Aspiring, el monte Earnslaw, los lagos Hawea y Wanaka… todo muy bonito.
Finalmente aterrizamos en unos campos de alfalfa, donde se suponía que debíamos ayudar a recoger el globo para luego ir a desayunar todos juntos. La pareja de huéspedes con los que fui dijeron que ellos no estaban allí para hacer trabajos físicos así que la limusina nos recogió y nos fuimos sin decir adiós a desayunar a Blanket Bay. Modales de ricos.
Esperemos que la próxima vez Marina pueda apuntarse a la aventura y, cruzamos los dedos, a ver si hay hueco en algún helicóptero para nosotros.Enrique & Marina