Revista Cultura y Ocio

Vuelo errático de mariposa, de T. H. Merino

Publicado el 07 octubre 2011 por Goizeder Lamariano Martín
Vuelo errático de mariposa, de T. H. MerinoTítulo: Vuelo errático de mariposa Autor: T. H. Merino Editorial: Círculo Rojo Año de publicación: 2011Páginas: 116ISBN: 9788499911861

Hace unos días T. H. Merino se puso en contacto conmigo a través de un email en el que me ofrecía enviarme su libro, Vuelo errático de mariposa, por si estaba interesada en leerlo y reseñarlo en Cuéntate la vida. Como ya le dije a él, su email me pilló por sorpresa y le confesé que no le conocía ni a él ni a su obra. Inmediatamente busqué información y reseñas sobre la novela y descubrí que me interesaba mucho y que tenía ganas de leerla. Estaba casi segura de que me iba a gustar. Y no me equivoqué. No sólo me ha gustado, sino que me ha encantado y me ha durado sólo un día. Me he hecho amiga de Fátima desde la primera hasta la última página. He compartido su dolor, su alegría, sus lágrimas, sus risas, su deseo, su pasión, su placer, su amor, su soledad, su confusión. En definitiva, he compartido con ella su día a día, su vida.

Fátima vive en una gran ciudad, a donde llegó hace años para estudiar en la universidad, abandonando a su familia y su ciudad natal, ambas provincianas, de las que no sólo se ha distanciado físicamente sino, sobre todo, psicológicamente. Reniega de ellas, se avergüenza. Para ella ya no existen. Después se casó con Álvaro y tuvo dos hijos: Luna, de ocho años y Alvarito, de seis. Ellos adoran a su padre pero él, por culpa de su trabajo, no les dedica todo el tiempo necesario. Y a ella tampoco. Por eso poco a poco se distancian, se alejan. Se convierten en unos extraños. Ya no hay amor ni pasión. Sólo sexo. Pero poco y malo. Cuando finalmente Álvaro se marcha de casa y se lleva a sus hijos Fátima se queda sola, perdida, confusa, sin una explicación ni una respuesta a todas sus preguntas. Esas preguntas que no puede hacerle a nadie, ya no tiene familia ni amigos. Sólo su cuaderno verde, en el que apunto sus pensamientos más íntimos. Esos que no puede contarle a nadie. Como la infidelidad que tuvo con un ejecutivo de la multinacional en la que trabaja o lo que siente por Cecilia, otra directiva de la empresa. Ella trabaja como secretaria, uno de los puestos más bajos de la multinacional. Un puesto que conlleva un sueldo bajo y, sobre todo, el derecho de sus iguales y sus superiores a humillarla, machacarla y alienarla. Fátima no encuentra su sitio ni en la empresa, ni en casa ni en la vida. No pertenece a nada ni nadie ni nadie le pertenece a ella. Ella no existe para ese mundo hostil que la trata con dureza, injusticia y crueldad. A lo largo de la historia, escrita en primera persona y contada por la propia protagonista, la vemos sufrir, lamentarse, compadecerse y hundirse cada vez más en una situación límite de la que no sabe, o no quiere salir. Me ha costado mucho entender su falta de acción, su apatía, su pasividad, su derrotismo. No lucha. Nunca. Por nada. Ni por su matrimonio, ni por su amante ni, lo que más incomprensible me ha resultado, por sus hijos. Se deja llevar y arrastrar. Sus deseos, sus sueños, sus anhelos, sus opiniones, sus pensamientos sólo los conoce su cuaderno y nosotros los lectores. Tiene miedo de relacionarse con su entorno, de decir lo que piensa. El sexo es su única vía de escape, su refugio. Pero en sus relaciones sexuales ella siempre es la víctima, la que se deja hacer, la que espera. A pesar de no comprender completamente su comportamiento, le he cogido mucho cariño a Fátima y leer sus recuerdos ha sido como escuchar a una amiga que pasa un mal momento. Una amiga que no pide ayuda. Sólo comprensión y que escuchemos su historia. Una historia dura, muy dura, y triste, gris, negra. Una historia que, aun así, es agradable de leer. Porque está contada en un tono y un estilo cercano, real y, por encima de todo, intimista. Leer esta novela es como escuchar un susurro, como presenciar el vuelo errático de una mariposa. Tal vez nos duela, nos haga sufrir, nos conmueva o nos entristezca. Pero a pesar de todo no nos resulta ajeno o desagradable, sino cercano y, sobre todo hermoso, muy hermoso.

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