Stéphanie Mazerin ( Alexandra Lamy) es una arquitecta que se ha quedado en paro por culpa de la crisis de su mayor cliente. Con 40 años, divorciada, con un hijo y sin un mísero euro, tiene que irse a vivir a casa de su madre, la deliciosa y encantadora Jacqueline (una Josiane Balasko que te provoca ganas de abrazarla y quererla en todo momento). Así comienza Vuelta a casa de mi madre, película que A contracorriente films estrenará el próximo 30 de Diciembre.
Este detonante traerá, por supuesto, conflictos familiares varios a los que todos con una familia ruidosa y peleona nos hemos tenido que enfrentar. Jacqueline, la matriarca, tiene otros dos hijos adultos además de Stéphanie, bien dispuestos a comportarse como niños si la ocasión lo requiere, sin darse cuenta de que arruinan todo el cariño que su madre les dispone.
Vuelta a casa de mi madre es, sin duda, un relato algo humorístico de nuestros días: el fracaso en la madurez en el siglo XXI; la situación laboral actual (aunque hayas invertido años en formarte parece que tengas que dar las gracias al cielo si encuentras un trabajo menos que digno); lo difícil que es vivir en familia aunque sus miembros se quieran; las manías de unos y otros unida a la convivencia; el amor y el sexo en la madurez; y lo que es o debería ser lo justo.
El retrato de las mujeres del film es cuanto menos remarcable, teniendo todas rasgos de personalidad positivos y negativos fuertes, que las convierten en personajes tridimensionales. Por ejemplo, tenemos a Stéphanie como protagonista ante el momento personal inestable en el que se encuentra, pero sin perder la esperanza o derrumbarse, aunque sabemos que en el pasado no ha sido una santa; Jacqueline, la madre, quien se come la película, retratada como un reflejo de la tercera edad dispuesta a seguir viviendo y amando a su manera, además de hacer todo lo que pueda por los suyos pero sin quedarse atrás en su propia vida; también la otra hija de Jacqueline, quien se nos presenta como una mujer con carácter, algo tóxica, pero que también soluciona conflictos de manera profesional.
Una película que pasa el Test de Bechdel-Wallace y que saca más de una sonrisa por la familiaridad de sus situaciones, sus entrañables personajes y sus cálidas relaciones (convirtiendo a Vuelta a casa de mi madre una película totalmente recomendable).