Soy consciente de que mi última entrada estaba rebosante de alegría. Volví a tener esperanzas, ilusiones. Y todo porque al parecer, Omifín había hecho algo conmigo.
Después de haber tenido un fin de semana lleno de amor, parece que la realidad vuelve a recordarme que no es todo tan fácil. Supongo que se tratará de mi mecanismo de defensa, pero ahora mismo, intento no ilusionarme.
Veo tan lejano el momento del positivo, que parece que esto no vaya conmigo. Y es que lo que para otras parejas significa echar un polvo y ya está, para mi significa: “¿tendré suficiente moco cervical para que los espermatozoides lleguen?, ¿serán mis óvulos suficientemente buenos para que se fecunden?, ¿no tendré algo en las trompas y estaré haciendo el idiota? Y suponiendo que todo lo anterior vaya bien, ¿estaré dentro del porcentaje de posibilidades?”
Es agotador.
Y ahora vienen esas dos terribles semanas de espera, en la que los psicosíntomas harán su aparición y en las que yo, más que nunca, tengo que esforzarme para distraerme, para no pensar, y sobre todo, para no tener más esperanzas de lo habitual.
Lo siento. Siento si os descoloco con tantas subidas y bajadas, pero es que es así como soy yo. De todos modos, el otro día lo dije por Twitter, y es que, tengo ganas de seguir soñando porque parece que la infertilidad me está atontando. Por ello quiero inaugurar una nueva categoría en el blog.
¡Estad atentas el miércoles porque será la primera entrega de muchas!