Una de las sorpresas que depara en este momento EE.UU. es la defensa creciente de la energía nuclear para combatir el cambio climático desde las filas de los que fueron sus enemigos, los políticos demócratas que estuvieron vinculados a Barack Obama.
Se unen así a los republicanos de Donald Trump que defienden esas centrales, aunque no crean que el CO2 es la causa del también llamado calentamiento global.
Casi todos los candidatos demócratas con posibilidades de nominación para las elecciones de 2020 ya se han expresado como defensores de las nucleares como fuentes de electricidad que no emite gases de efecto invernadero.
Lo mismo que Jason Bordoff, el principal asesor de energía del expresidente Obama y director ahora del Centro de Política Global de Energía de la Universidad de Columbia, que invita a los futuros rivales de Trump, a defender la energía nuclear.
“Si el objetivo climático de Tratado de París es limitar el aumento de la temperatura a menos de 2 grados centígrados, usemos todas las tecnologías de cero emisiones”.
Para ello “debemos establecer incentivos para continuar operando las plantas existentes e invertir en las nuevas tecnologías ya existentes y en las que están desarrollándose”.
Ahora, entre las 99 grandes centrales estadounidense, que producen el 60 por ciento de la energía con cero carbono, algunas están en el punto final de su vida útil si no se modernizan con los nuevos avances que permiten controlar con gran seguridad los residuos radiactivos e incluso reciclarlos.
Las campañas antinucleares semiparalizaron el crecimiento de esta energía en muchos países, como España, mientras se desarrolla con fuerza, por ejemplo, en China.
En EE.UU. en este momento sólo hay una central en construcción, mientras aumentan las de gas y carbón, que según la calentología son las que crean el efecto invernadero y los desastres ambientales.
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SALAS