Vuelta al año en 52 (o más) cuentos: Flannery O'Connor y William Faulkner.
Publicado el 29 noviembre 2015 por Zazou
@biblio_zazou
Jornadas XLI - XLII: De vuelta al surSe piensa en mi tierra que el viento del sur trae aires desequilibrados que alteran el comportamiento y, cuando viene con fuerza, hasta el nivel de suicidios se eleva. No sé hasta qué punto será cierto, pero hay un sur en donde no me extrañaría que nacieran esos vientos de locura, no siempre pasajera, o quizá otros igual de perturbadores. Un sur que alberga historias inquietantes y personajes grotescos, y voces igual de peculiares capaces de acercarnos a ellos. Un sur lejano, a veces demasiado extraño a nuestros ojos, pero capaz de atraernos hacia su oscuridad. Un sur evocado a través de películas y narraciones que, a menudo, se llenan con la tonalidad del desasosiego. Ese sur que suele seducirme y al que ya he viajado antes, muchas veces, y al que no me canso de volver. Este regreso al sur ha estado marcado por la soledad, una soledad que no por ser compartida muerde menos, probablemente incluso lo hace más, y por la alienación propios de los personajes de O’Connor y Faulkner, que siempre tienen un algo de marginales. Son seres formados con la materia más oscura de la tierra a la que se aferran y enfrentados al mundo con sus emociones incompletas y a veces demoledoras. Estructuralmente diferentes, estos dos cuentos se enlazan por el nexo temático del resentimiento y la incomprensión. Si en “El negro artificial”, Flannery O’Connor nos habla de un anciano enfadado con el mundo que vive retirado con su nieto, William Faulkner nos cuenta la historia de una mujer despechada que aísla a su hija, “Miss Zilphia Gant.El señor Head es un hombre seguro de sí mismo y de la maldad que campa a sus anchas por la ciudad, por eso ha tardado tanto en decidirse a llevar a su nieto Nelson a conocerla. Ahora que él cumple diez años y lo pide con insistencia, está dispuesto a descubrirle la iniquidad que hay en la ciudad, aunque para hacerlo tenga que conocer la traición y esté en juego su inocencia. «Nunca había pensado en sí mismo como un gran pecador, pero ahora vio que su verdadera depravación había permanecido oculta para que no desesperara».La señora Gant se ha visto abandonada por su marido y, después tomar cumplida venganza, recluye a su hija para que no se vea contaminada por el pecado que abunda fuera de su casa. Las necesidades afectivas de la pequeña Zilphia crecen con ella, con su vida distorsionada, siempre condicionada a la visión de su madre hasta las últimas consecuencias.«(…) Buscó a Gant y a la mujer con la destreza de un hombre, la pertinacia de una Parca, la serena impenetrabilidad de una vestal de un templo profano, y luego volvió a su hija, con el semblante frío, saciado y casto».Cada una a su manera, cada narración nos hace recorrer los caminos del rencor, del miedo y de la inevitabilidad de las consecuencias ante las decisiones tomadas, por muy correctas que nos parezcan. Con una penetración que salta por encima de las palabras y que se vuelve casi visual en su expresividad, sacuden, conmueven, admiran. Recuerdan por qué son grandes O’Connor y Faulkner, por qué hay que volver a ellos. ***“El negro artificial” aparece en los “Cuentos completos” de Flannery O’Connor, en DeBolsillo, traducidos por Marcelo Covián, Celia Filipetto y Vida Ozores, con prólogo de Gustavo Martín Garzo.Como curiosidad, esta edición de 2006, tiene una preciosa cubierta que reproduce una fotografía de Eudora Welty, otra grande de la literatura sureña y del cuento y que además de escritora fue fotógrafa.“Miss Zilphia Gant” pertenece a los “Relatos” de William Faulker en la colección Compactos de Anagrama, edición de 1998, con traducción de Jesús Zulaika Goicoechea.
Ahora, sigo viajando…