De espejos y engaños.
Un cuarto de vuelta a la derecha, medio giro a la izquierda, entrechoque de talones con los chapines encarnados. Sortilegios para cruzar el tiempo atemporal de las palabras escritas. Esto es magia: espejos y engaños. Distorsiones de la realidad, percepciones de la vida. Paisajes hechos de letras. Esa patria sin fronteras que cabe entre las páginas de un libro.
Crucé el cielo montada en un arcoíris de niebla para recorrer reinos oscuros. La literatura gótica ha cambiado pero la inquietud permanece, aunque sea sutil, y en un paseo por sus jardines laberínticos has de cuidar donde pones los pies: puedes quedar atrapada.
HORRIDÍA. Martin Amis.
Otra vez esa trampa que a veces se utiliza en las antologías y que tanto detesto encontrar: colarte a modo de relato, por su relación con el tema, un fragmento de novela. Es una traición al auténtico relato y la redondez propia de su naturaleza, por no hablar de todas las puertas que deja abiertas y las ganas de saltar a la obra completa.
Este no-cuento de Martin Amis posee una atmósfera febril y el poder de la extrañeza y disfruté con su forma de jugar con los personajes y el lector. El vigor narrativo es innegable pero, está este pero, el que lleva al punto importante, ¡es solo una parte de una historia mayor! Por muy bien escrito que esté, por mucha curiosidad que me plantee, odio que me den algo que no he pedido. Si quiero la novela*, leeré la novela pero no me des unas miguitas condescendientes.
Una lástima que la emoción inicial de este horridía acabara en una horrilectura horrimediada.
NEWTON. Jeanette Winterson.
Uno de mis múltiples defectos es lo frágil de mi objetividad al enfrentarme a mis predilecciones, es un hecho, y la lectura de determinados autores es una de estas. Winterson tiene un algo especial que me toca la piel cuando la leo y en este relato lo hace con un toque de enfermiza irrealidad.
Lo convencional vuelto del revés como unos pantalones tendidos al sol: la superficie queda por dentro, salvaguardada de la luz y de la vista, sabes que está ahí aunque solo la intuyes por las formas que percibes desde el otro lado. «Esta es la historia de Tom. Esta es la historia de Tom y de sus vecinos.» Un vecindario típico… o no tan típico porque ¿cuál es la forma de lo normal?
Apenas un escalofrío leve, honda la sensación de desaliento; una vez más, con ese estilo preciso y sugerente, Winterson consigue meterme en su bolsillo.
LA REINA MUERTA. Robert Coover.
Los cuentos tradicionales son una fuente inagotable de revisiones, recreaciones, reinterpretaciones y otras variadas reacciones, en uno u otro sentido, y la literatura gótica bebe de ellos con frecuencia a veces excesiva, pero es que llevan dentro tanta oscuridad (los auténticos, no los sucedáneos edulcorados) que a veces resulta inevitable alargar la mano hacia ellos.
Aquí Coover recurre a Blancanieves para colocarse dentro de la cabeza del príncipe encantador, una vez finalizado el cuento, y ver el resultado a través de sus ojos desquiciados. Las cosas no son lo que parecen, una y otra vez dejan de serlo y llegan a alcanzar una absurdez casi poética. Exuberancia, desasosiego, mordacidad. La historia tantas veces leída se cierra con habilidad sobre sí misma, gira antes de volver a abrirse, ofrece una sonrisa torcida. Asombra.
Los tres relatos pertenecen a la antología “Los nuevos góticos”, que reúne veinte textos de otros tantos autores que demuestran que las sombras las llevamos nosotros y las cadenas las arrastramos por dentro.
LOS NUEVOS GÓTICOS. Edición de Bradford Morrow y Patrick McGrath Minotauro, 2000.Traducción de A. Erenhaus y revisión de Susana Rodríguez Vida.
* El no-cuento de Martin Amis “Horridía” es un extracto de la novela “Campos de Londres” (“London Fields”, 1989), que publicó Anagrama en 1996.