Esta entrada completa "¡¡Vuelta al cole!!" la escribí hace un año en mi otro blog.
El mes de Septiembre tiene el siguiente propósito:
Por ello, he creído oportuno añadir aquella entrada a este blog también.
Todos los años, cada Septiembre empezamos nuestro “año escolar” (no sólo los niños), y es importante preguntarnos si estamos preparados para afrontar los nuevos retos que el año nos deparará.
[...] Septiembre es el mejor mes para hacernos una revisión de nuestra visión. Ésta estará en su estado más puro y relajado, dará los valores más reales que posee, tanto en cantidad como en calidad de visión (graduación, enfoque, fusión, percepción, agudeza visual, integración con otros sistemas sensoriales,…); además, emocionalmente todos estamos más relajados cuando volvemos de vacaciones, y todo afecta.
Por tanto, antes de retomar el ritmo acelerado de todo el año, es recomendable hacerse un chequeo completo de la visión para comprobar que todo está bien, o para poner soluciones si existe algún problema antes de que los síntomas surjan, o sencillamente para recibir unas pautas por parte del optometrista de una buenas Normas de Higiene Visual y de Ergonomía, que no hacen mal a nadie.
El caso particular del niño
Pero si comprobar que el sistema visual está en pleno rendimiento (sin nada que lo altere) es importante en un adulto, imaginaos lo importante que es en un niño, donde cualquier problema visual puede dificultar su correcto aprendizaje en la lectura o en la escritura, en su coordinación ojo-mano, en su desarrollo motor o en su equilibrio para realizar cualquier deporte, en su percepción, en su integración de la información visual con la de otros sentidos… Todo esto le creará limitaciones sociales que irán en perjuicio de su desarrollo, su personalidad y su carácter. [...]
[...] Uno de cada tres niños en edad escolar sufren algún problema de visión SIN DIAGNOSTICAR, y alrededor del 30% del fracaso escolar está relacionado con anomalías visuales. [...]
[...] Muchas veces los padres y los educadores achacan esta actitud negativa a problemas psicosociales, a problemas de lecto-escritura (dislexia) o de hiperactividad, cuando lo más probable es que sólo sea causa de un problema visual sin tratar. [...]
[...] Cualquier alteración visual en niños o adultos, hace que nuestra visión no sea eficaz y en consecuencia nuestro aprendizaje o trabajo tampoco lo sea.