Sí, llegó la vuelta al cole. La verdad que se está muy bien de vacaciones, pero se agradece volver de nuevo a la rutina, a tu casa, dormir en tu cama con tu almohada (oh, sí, almohada querida, cómo te echaba de menos). Aunque ya sabemos que en una semana como mucho se nos pasa y ya estamos contando los días para las próximas ji ji ji. ¡Ah, sí! ¡que yo tenía deberes por hacer! Ejem.... que sí, que los hemos hecho
☼ Y efectivamente, hemos desconectado los 4 solitos, ya os diré dónde, y con excursiones incluidas, por supuesto.
☼ El pañal lo hemos intentado, pero la peque no está preparada aún para ello, así que, con asesoramiento profesional incluido, hemos decidido posponerlo para cuando veamos algún progreso al respecto. Y su pobre natalicio ahí quedó, en un rinconcito entre la pared y la mesilla, esperando que alguien se acordara de él.
Para equilibrar la balanza hemos conseguido una hazaña que no esperábamos ni lo más mínimo. Después de dos cursillos de natación que no han servido para nada, pues mi hijo seguía sin meter la cabeza debajo del agua y no había forma de quitarle la burbuja, este verano, de manera autodidacta, ha aprendido a bucear y no ha habido manera de sacarlo de la piscina. Increíble pero cierto.
Y vosotros, ¿qué proyectos habéis cumplido?