Estamos en pleno trajín preparatorio de material escolar, planificación de actividades para los niños, composición de horarios, búsqueda de equilibrio para conciliar la vida laboral y familiar… Volvemos a la vorágine de cada septiembre en España: la vuelta al cole. Incluso si los niños no están escolarizados por su corta edad o porque los padres han decidido educar en casa el ritmo que impera socialemente a muchos niveles es el del regreso a los horarios fijos y las obligaciones, ya sea para niños o para adultos.
Dedicamos mucho esfuerzo y recursos a organizar este “regreso”. Yo me pregunto si no empleamos demasiadas energías y dejamos desatendidas otras áreas de nuestra vida personal y familiar. Parece que es lo más importante, que el “trabajo” de los niños es estudiar (sí, todavía escucho esa frase a menudo) y el de los padres es currar. Pese a que cada Junio nos encontramos agotados y estresados, y nos damos cuenta de que ese ritmo vital no es bueno para nosotros ni para nuestros hijos, en Septiembre cedemos de nuevo ante el ambiente imperante y nos volcamos para que todo quede cuadrado a la perfección y los niños aprovechen mucho su tiempo y nosotros lleguemos lo antes posible a casa para llevarlos de un lugar a otro, o para acompañarlos mientras hacen los deberes, o para dejar lista la comida del día siguiente.
Por supuesto que todo esto puede ser importante. Sin embargo, siendo muchas de las tareas obligatorias y poco reconfortantes, nos olvidamos de guardar un tiempo y un espacio para equilibrar la balanza de nuestro ánimo: la vida compartida, el tiempo de juego en común o el contacto con la naturaleza. En definitiva, damos mucha cancha al estrés y muy poca a todo lo que nos serena y nos hace felices.
Así las cosas, hace tiempo que quizá nos hemos olvidado de lo que es leer un libro sin prisa, de cenar tranquilamente en familia mientras nos contamos cómo fue nuestro día y lo que sentimos, o de dar un paseo en bicicleta… aunque sea miércoles.
En este septiembre yo cuento con vivir despacio, con respetar las necesidades de aire, sol y juego de mis hijos y las mías, con trabajar con pasión y descansar de verdad. Para que la vida no se vuelva una sucesión de obligaciones, sino la ocasión de ser feliz. ¿Te apuntas?
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