García Luque, tocando en Rusia. Un músico de la banda de Vitoria, tocando la pieza 30 de García Luque..
El pasado día de Santa Cecilia, el archivo de la Banda de Música de Vitoria, fundada en 1894, incorporó unas partituras muy singulares:setenta y dos ejercicios musicales para tuba compuestos por Ignacio Luis García Luque. Bilbaíno de 1928, fue uno de los 3.000 niños que, en plena Guerra Civil, embarcaron en el SS Habana para recibir refugio en la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que apoyaba a la IIª República. García Luque falleció en 2021 y su sueño era que el material que había creado para enseñar música a los españoles exiliados en Rusia fuera entregado a su Euskadi nata. Así nos lo recordaba Iker Rioja Andueza en ElDiario.es.
Luis Orduña, director de la banda vitoriana, sobre el valor del material que ahora se ha incorporado a sus estanterías, apunta: “Es importante conocer el dato de que la tuba es, de entre los instrumentos sinfónicos, el último en nacer. Por ello es también el último en explorarse sus posibilidades y en incorporarse a la plantilla de la orquesta sinfónica. Resulta probable imaginar que en la Rusia de mediados del siglo fueran escasos los materiales de carácter didáctico con los que los estudiantes de tuba practicaban y que la idea de García Luque de componer estas partituras naciera de esta necesidad”.
Elena Alexandrova, rusa residente en Vitoria, fue la encargada de gestionar el traslado de los materiales manuscritos. “Gracias a él, los niños de la guerra y sus descendientes aprendieron muchas canciones de distintas autonomías de España y pudieron apreciar sus incomparables coloridos. Tenemos la esperanza de que su obra musical pueda servir de ejemplo para los futuros músicos”, señaló en el acto solemne de la donación la también representante del histórico Centro Español de Moscú y de la asociación memorialística Sever. Alexandrova se acercó al fenómeno de los niños de la guerra porque, a su llegada a Vitoria hace décadas, encontró que los únicos ruso-parlantes eran, precisamente, aquellos exiliados ya retornados.
El viaje musical permitió volver a recordar la historia de estos niños. De los 3.000 republicanos que viajaron a la URSS -se estima que eran vascos el 40%- apenas 300 siguen vivos. Las proporciones son similares entre los que fueron con el SS Habana, que partió desde las costas vizcaínas, al Reino Unido y otros lugares seguros. Alexandrova, eso sí, tiene fichada a una mujer de 106 años en Madrid. “Y tiene la cabeza muy clara”, se felicita.
En la escuela militar, en la que entró con apenas 14 años, García Luque estudió música. “Hasta 1952 tocó la tuba, pero luego se inició en el trombón por ser más sencillo, en principio, para encontrar acomodo en una orquesta. En Saratov completó su formación musical lo que le permitió ser trombonista en el Teatro Hermitage de Moscú, músico profesional en el Teatro Gorki, en el Teatro de Arte, en la Filarmónica de Moscú y participar en las orquestas de los teatros más importantes del país”. Pero también hubo sombras. Él mismo explicó las penurias de los niños españoles en un contexto de una guerra después de otra guerra, de más nazis después de los nazis que bombardearon su tierra natal y les obligaron a huir. Contaba que derretían nieve para beber agua y que la comida se congelaba. Muchos murieron en el entretanto, aunque él se dice afortunado por tener comida “tres veces al día”.
“Realmente, el Centro Español de Moscú lo levantaron estos niños de la guerra. Está en pleno centro de Moscú. Es un sitio muy bonito. Ahora están allí los niños de los niños de la guerra o los niños de los niños de los niños de la guerra”, sentencia Alexandrova, empeñada en mantener viva la llama de estas 3.000 biografías.