Cuando está a punto de finalizar el año, las redes y los medios de comunicación convencionales suelen llenarse de reportajes y recuerdos de quienes han muerto en los últimos meses. De todas estas pérdidas me ha dolido, de forma especial, la de la actriz Itziar Castro, con 46 años, la misma edad que pasea por el mundo quien les escribe hoy. Me enganché a ella con la marea amarilla que nació de la extraordinaria serie Vis a Vis, en la que interpretó a la inolvidable presa Goya. Era de las pocas artistas que de verdad seguía en redes sociales, porque me parecía que era una de esas mujeres imprescindible en todas las pantallas. Su lucha contra la gordofobia, su activismo que exponía el cuerpo ante quienes estaban dispuestos a taparla de insultos, nos hace falta. Estoy segura que ha creado una legión de defensoras del derecho a mostrar el cuerpo cuando no corresponde con la tiranía de las modas establecidas por unos pocos. El 7 de diciembre, Itziar compartió una publicación con un vídeo en el que animales de diferentes especies compartían juegos y amores con seres humanos. Escribía ella que "para la próxima vida me pido ser el perro que se abraza a su dueño en un barco, eso sí es vida de perro". Se refería a un aparente pastor alemán blanco, con el rostro lleno de amor, abrazado a una persona, mientras la brisa parece peinar su pelaje. Ay, Itziar, te mereces muchas vidas llenas de abrazos, de brisa marina, de sol, de paseos en barco, pero ojalá vuelvas aquí, estés cerca otra vez, porque necesitamos más mujeres como tú en las pantallas grandes y chicas.