Revista Ciencia

¡Vuélvete rico, amigo homeópata! Si es que puedes...

Por Daniel_galarza

¡Vuélvete rico, amigo homeópata! Si es que puedes...

Número de la revista alemana Skeptiker
donde aparece el reto para encontrar un
método efectivo de identificación
de preparados homeopáticos.

Un tema del que ya se ha hablado hasta el cansancio (literal, ya hasta da un poco de flojera volver a tocarlo) es de la homeopatía, la pseudoterapia más popular en nuestros días y el falso debate que hay detrás de su efectividad. Por desgracia, se vuelve necesario tener que recordar al público, sediento de notas nuevas que compartir por redes sociales, que éste es uno de los ejemplos clásicos de pseudociencia, donde se presentan instituciones de prestigio, revistas académicas y supuestos estudios que vendrían a demostrar la efectividad de sus tratamientos, con tal de dar toda la apariencia de una ciencia. Es también demasiado común apelar a autoridades en apariencia más que calificadas, como el premio Nobel Luc Montagnier, quien lleva años abogando por los supuestos principios cuánticos de la homeopatía.
Los defensores de esta y otras pseudoterapias, mal llamadas "alternativas", suelen afirmar también una conspiración detrás del "lobby" escéptico que ejerce presión para sacar estas prácticas de universidades, hospitales y cualquier otra institución pública. Algo así como los "tontos útiles" de Big Pharma, cuando en realidad sabemos que la homeopática es una de las partes más lucrativas a nivel mundial de este sector de la industria.
Pero tal vez antes de buscar demostrar si los productos homeopáticos funcionan o no, y antes de apelar a autoridades y conspiraciones, lo primero que tendríamos que hacer es ver si hay algo en aquello que llamamos productos homeopáticos. ¿Y si comenzamos por buscar algún método que sirva para distinguir un preparado de esta terapia de un frasco con solo alcohol y sacarosa? Pues si encuentras ese método, ya tienes asegurada el resto de tu vida.

Un reto escéptico: homeopatía vs frasquitos con azúcar
Esta semana fui invitado nuevamente al programa de divulgación en C7 Radio, La manzana de Newton, donde su productora, mi amiga, la bióloga Lourdes Sierra, me mostró un nuevo e interesante reto, presentado en mayo de este año, y creado por la Sociedad para la Investigación Científica de las Paraciencias (GWUP, por sus siglas en alemán), donde se premiará a los afortunados que puedan demostrar, mediante el método de su preferencia, que son capaces de identificar en una prueba controlada productos homeopáticos auténticos entre frascos que solo contengan agua y azúcar.
Para ser más específicos, aquí las bases del reto de la GWUP (subrayado es mío):
  • Como candidato, individuo o grupo, elige tres remedios homeopáticos de alta potencia, que cree que se pueden distinguir fácilmente en un intento ciego, por ejemplo, en una prueba de drogas homeopática.
  • El notario designado por nosotros compila aleatoriamente una muestra de 12 viales, cada uno de los cuales contiene uno de los tres remedios.
  • La primera parte de la tarea se cumple si logra identificar correctamente once de las doce muestras.
  • Entonces queremos saber cómo lo hizo, aunque explícitamente permitimos métodos que hoy no son científicamente válidos.
  • El primer solicitante que logre identificar correctamente una segunda vez once de doce muestras con su procedimiento, recibe el dinero del premio de € 50,000.
  • GWUP informará sobre el experimento exitoso en una publicación especializada.
Para cualquier interesado en aceptar el desafío, la GWUP ofrece los detalles para el protocolo de la prueba. Como cualquier hispanoparlante se imaginará, 50 mil euros no es una cantidad nada despreciable, los cuales equivalen actualmente a 57 mil setecientos noventa dólares o 1 millón noventa y siete mil quinientos dos pesos mexicanos (!).
¿Cuál sería el desafío para los homeópatas y su molesto club de fans? Si la homeopatía fuera una ciencia real, sería totalmente normal contar con los métodos que permiten discriminar entre un frasquito con algún producto elaborado de forma correcta y uno que solo contenga los chochitos de azúcar sin la sustancia dinamizada o altamente diluida. Pero no existe tal método. No hay modo conocido (y contrastado) para diferenciar una muestra de un diluido homeopático de uno estéril.
Este es un serio problema (si para empezar también ignoramos el hecho que no hay tampoco un mecanismo de acción de los productos homeopáticos, solo especulaciones carentes de pruebas concluyentes). En farmacología existen varios métodos analíticos que nos permiten saber con precisión cuáles son las diferencias entre una pastilla de dulce y una con ciertas propiedades que pueden ser usadas a modo de tratamiento que además tenga un efecto medible en grupos de control.
Este es justo el problema que el biólogo y divulgador español Vary Ingweion había señalado por twitter hace un par de años, con el que le llovieron críticas pero ni una sola respuesta. Incluso obtuvo respuestas ridículas por parte de homeolivers, como una donde sarcásticamente le cuestionaban el cómo podría diferenciar él diferenciar una pastilla de paracetamol versus una de metformina sin etiquetar. ¡Y todavía se lo mencionaban como si fuera una refutación o una muestra de la flaqueza argumentativa de este escéptico!
En busca de un método efectivo
Ingweion (y varios de sus contactos en su momento) sugiere varios métodos que sirven para identificar medicamentos auténticos, pero que son inútiles para diferenciar los homeopáticos: uno es el método organoléptico o probar directamente el sabor de los productos a examen. La diferencia entre una pastilla de metformina y una de paracetamol será evidente (la primera tiene un sabor a metal y la segunda es amarga), pero entre unos chochos homeopáticos antigripales y otros para cualquier otra afección son indistinguibles; luego sugiere un método de identificación por densidad:
"Puedo preparar un líquido que tenga una densidad superior a 1,26 g/ml e inferior a 1,41. Podemos usar alguna miel de abejas, cuya densidad suele rondar los 1,36 g/ml, y en caso de que sea una miel excepcionalmente densa, podemos corregir añadiendo un poco de agua hasta obtener la densidad que nos interesa. Luego echaremos las dos pastillas incógnita, y prestaremos atención a ver cuál de ellas flota y cuál se va a ir hundiendo lentamente."
Tal como nos cuenta, la densidad del paracetamol es de 1.26 g/ml, por lo que en esta hipotética solución la pastilla flotaría, mientras que la metformina (con una densidad de 1.41 g/ml) terminaría hundiéndose lentamente. ¿Y qué pasaría con los preparados homeopáticos?
"Las pastillas de homeopatía van a tener ambas una densidad de 1,54 g/ml. De modo que no importa qué solución prepares. Si preparas un líquido más denso, ambas flotarán. Si el líquido es menos denso, ambas se hundirán. No hay una densidad a la cual una pastilla flote y la otra se hunda, porque ambas pastillas tienen exactamente la misma densidad. Este método tampoco sirve para distinguirlas."
Entonces tampoco sirve. Ingweion muestra otros métodos más, desde la identificación por solubilidad, pasando por espectroscopía ultravioleta, espectroscopía de masas, espectroscopía por resonancia magnética nuclear, así como un divertido experimento con ratas donde tendríamos tres grupos de estos roedores con diabetes junto a otro grupo con un dolor causado por alguna operación; los grupos A y B serían tratados con las diluciones homeopáticas incógnitas y el grupo C sería tratado con placebos.
Los grupos de ratas quedarían entonces en tres con diabetes y tres con dolor, teniendo un total de seis grupos de ratas para nuestro experimento:
  • DiaA - diabetes, producto A
  • DiaB - diabetes, producto B
  • DiaC - diabetes, placebo
  • DolA - dolor, producto A
  • DolB - dolor, producto B
  • DolC - dolor, placebo
 Nuevamente, este método sería muy efectivo para identificar fármacos reales, como el paracetamol y la metformina, pues sería una identificación basada en las propiedades de estos medicamentos sobre el cuerpo. Se podría hacer lo mismo con un par de diluciones, como las propuestas por Ingweion: el Nux vomica (para problemas digestivos) y el Ledum palustre (para reumas y lesiones contundentes y punzantes). Si por este método nos encontráramos con una identificación satisfactoria entre la homeopatía y los placebos, tendríamos ahí un premio asegurado de 50 mil euros, además de aspirar, muy seguramente, a un premio Nobel ya que estaríamos encontrando la manera efectiva (y hasta ahora desconocida) de cómo identificar un preparado homeopático de un placebo, lo que a su vez significaría una prueba contundente de su efectividad.
Piénselo. Los preparados altamente diluidos son física, química farmacológicamente hablando indistinguibles de aquellos frasquitos que solo contengan chochos azucarados con un ligero toque de alcohol. Si encontráramos el método que distingue a los homeopáticos, dado que de acuerdo a lo que sabemos de ciencia son indistinguibles de los placebos, encontraríamos entonces que existe una clase de principio aún desconocido (y por demás contrario a conocimientos bien establecidos) que dota de propiedades curativas a los chochos azucarados con la sustancia ultra-diluida. Sería sin lugar a dudas un fantástico descubrimiento.
¿Alguien espera ver algo realmente nuevo en este desafío?

¡Vuélvete rico, amigo homeópata! Si es que puedes...

Ya han surgido otros retos para demostrar la supuesta efectividad de la homeopatía y prácticas similares. El más famoso es el reto Randi.

Los desafíos escépticos hacia los tratamientos mágicos y otras creencias irracionales son, como bien sabemos, algo que se ha presentado con regularidad, y que para desgracia de los creyentes en lo sobrenatural e inverosímil, nadie nunca ha logrado ganar. Es bastante curioso que la efectividad de las pseudoterapias, los poderes psíquicos, las entidades paranormales o los extraterrestres que se contactan por medios telepáticos, sencillamente no se presentan cuando estas ideas (y sus principales promotores) son puestos a prueba de manera controlada.
De hecho, estos desafíos tienen una tradición de casi un siglo. En 1922, la revista Scientific American ofreció un premio de 2,500 dólares para quien pudiera mostrar una auténtica fotografía psíquica en un primer momento, para después ampliar la apuesta y ofrecer el reto a cualquier médium o espiritista que pudiera reproducir, en condiciones controladas, una "manifestación psíquica visible". Entre los miembros del comité investigador, se encontraba el famoso mago y escapista Harry Houdini. Aunque muchos médiums famosos de la época se sometieron al reto, y ciertamente lograron engañar a más de uno de los investigadores, el teatrito espiritista se venía abajo cuando Houdini aparecía y controlaba la situación. Ningún espíritu se manifestaba cuando el escéptico de Houdini observaba con atención todos los movimientos del médium.

¡Vuélvete rico, amigo homeópata! Si es que puedes...

Los escépticos ya tienen un largo historial
de desafiar a los creyentes en los
timos de lo paranormal y la pseudociencia.

Tal vez, el más famoso de los retos escépticos es el del millón de dólares ofrecido por la Fundación James Randi para la Educación (JREF, por sus siglas en inglés), organización creada por el también mago y escapista James "el asombroso" Randi. Durante  más de dos décadas, la JREF puso a prueba a videntes, grafólogos, parapsicólogos, homeópatas, cirujanos psíquicos y demás personas que aseguraban poseer habilidades sobrenaturales: desde zahoríes que "encuentraban" perros, pasando por gente que aseguraba ser capaz de detectar enfermedades cardíacas, curanderos indios que dicen curar mordidas de serpientes venenosas con su santidad, científicos sesgados, niños que leen cartas con los ojos mal vendados, y claro, dobladores de cucharas profesionales. Incluso se topó con un sujeto que aseguraba que, gracias a él, el sol salía cada mañana. Ante este tipo de demandas y al hecho de que incluso los retadores llegaban al domicilio del mago o a las instalaciones de la fundación para ser inmediatamente puesto a prueba sin una solicitud o cita con antelación, el reto Randi se limitó hacia 2007, solicitando que todos los retadores tuvieran primero un "perfil de medios", es decir que fuera ya una personalidad reconocida en televisión, radio o prensa escrita; y en segundo lugar, el retador debía presentar alguna certificación académica, o sea, alguna evidencia en la que hubiera sido sometido a prueba con anterioridad en algún laboratorio o universidad, que sea certificada por un científico o equipo de investigadores y que dicho certificado siguiera siendo válido (que el o los investigadores siguieran manteniendo la postura expuesta en el documento que presentara el retador).
 Actualmente, el reto Randi ya fue retirado del público, con una excepción. En el verano de 2015, con el retiro de James Randi y el cambio de políticas de la fundación, donde ahora es una organización de concesión de subvenciones a grupos sin fines de lucro que "fomentan el pensamiento crítico y una visión del mundo basada en hechos". Sin embargo, la fundación tiene planeado seguir su labor educativa por medio del reto del millón de dólares:
"A lo largo de los años, hemos dedicado una gran cantidad de tiempo a tratar con reclamos que van desde otro reclamo de radiestesia hasta algunos reclamos MUY excéntricos e incontestables. La abrumadora mayoría se negó a completar la solicitud o incluso a declarar un reclamo que puede probarse. Algunos de ellos se presentan en persona y exigen que se les haga una prueba mientras esperan. Ya no podemos justificar los recursos para interactuar con estas personas. Con efecto inmediato, la JREF ya no aceptará solicitudes directamente de personas que afirman tener un poder paranormal. 
Los formularios de solicitud disponibles previamente no se utilizarán y se rechazarán sin ninguna revisión de los contenidos. Anticipamos proporcionar protocolos mínimos requeridos para la prueba preliminar a principios del próximo año. Nadie debe hacer ningún esfuerzo para perseguir el Desafío hasta que se emitan los protocolos mínimos requeridos. La única excepción es que cualquier psíquico establecido puede ponerse en contacto con la JREF por correo electrónico para que lo prueben directamente (preferiblemente con un equipo independiente de televisión de terceros)."
En casi dos décadas, nunca se dio un solo caso que hiciera dudar a los escépticos de la JREF ni a Houdini en la década de 1920, ni a ningún otro grupo que haya desafiado a paranormalistas, terapeutas alternativos y demás fauna de las afirmaciones extraordinarias sin evidencia extraordinaria. El actual reto de la GWUP cerrara el 30 de abril de 2020, lo que significa que los homeópatas y sus acólitos tendrán tiempo de sobra para aceptar el desafío.
Yo personalmente no estaré esperando noticia alguna de un ganador en ese lapso de tiempo, por la misma razón por la que nunca esperé un ganador del reto Randi: porque sabemos que tales creencias son falsas. Estas pseudociencias son populares gracias a un conjunto de falacias aplicadas en la libre venta de humo y no a su efectividad o realidad demostrada mediante pruebas bien elaboradas. Más aún, prácticas como la homeopatía son contrarias a conocimientos científicos bien establecidos y aseguran efectos en base a mecanismos tan especulativos que rayan en la magia. Aún hay quienes aseguran que el proceso de investigación científica llega a ser lenta y los resultados en veces son inesperados. Yo no conozco una ciencia (una vez bien formulada y aceptada) que haya pasado 200 años sin poder probar uno solo de sus postulados o sin demostrar la efectividad que asegura tener, por lo que estoy seguro que, a lo que sea que se refieran estas personas, no es sobre ciencia auténtica de lo que hablan.
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* Las bases del Desafía homeopático de 50, 000 euros de la GWUP, en alemán.
* "¿Y si analizamos la homeopatía?", artículo de Vary Ingweion en el blog Curiosa Biología.
* "Fakers and Innocents: The One Million Dollar Challenge and Those Who Try for It", artículo de James Randi publicado en Skeptical Inquirer, Julio/Agosto, 2005.
* "Randi $1,000,000 paranormal challenge", entrada en The Skeptic's Dictionary, por Robert Todd Carroll, con un breve repaso histórico por los modernos retos escépticos.

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