La idea me venía rondando hacía tiempo. Cada vez que me sentaba a ver un clásico del maestro Berlanga sentía una voz interior que me impulsaba, casi sin remedio, a escribir una comedia. Y ahora, con mi película LA ESPINA DE DIOS aún en los cines (después de tres semanas, que eso sí que es un milagro), ayudado e impulsado por la infatigable, amorosa y maravillosa Gema G. Regal, me he puesto manos a la obra.
En este empeño tengo como compañero, además de a mi citada Gema, al querido amigo Mario Bravo, creador nato y maestro del humor más corrosivo que he conocido jamás. Y así las cosas, a base de apuntes, chocolates con churros, sobremesas y anotaciones entre carcajadas en un viejo Moleskine, está tomando forma mi próxima película.
De momento sé que será una comedia con tinte rural. Me apetece mucho. Conozco bien la idiosincrasia del pueblo y creo que es el momento. Estamos en pleno siglo XXI, la era del ridículo postureo, de las fotos fingiendo felicidad, de las vidas digitales enfrentadas a las existencias reales y míseras de muchos de esos rostros seudosonrientes que inundan nuestros ordenadores y teléfonos de última generación. Junto a esta cultura de la fachada 2.0 tenemos el lento devenir de nuestros pueblos, de las gentes que van andando al trabajo, que disfrutan de las tradiciones y que conocen al vecino (y todas y cada una de sus circunstancias), desde siempre, incluso desde antes de nacer porque, ya se sabe, ese es fulano de tal, de la familia de los menganos que, menudos son…
Así las cosas, ¿qué ocurriría si una peculiar familia de ciudad se viese obligada, vía desahucio, a regresar a sus rurales orígenes en plena Castilla la Mancha?
Santiago, Damián, Antoñito, Pólar y Rosendo lo van a vivir muy pronto.
¿Les acompañas…?
Primeras reuniones para pergeñar la comedia.