Vuelvo a ti, Malaka. No se si por un día, si para quedarme o
para plasmar las líneas definitivas. Casi tres años han transcurrido desde la
última entrada en este blog. El aburrimiento se llevó por delante las ganas de
citarme con la bitácora donde dejé plasmada, con mis aciertos y errores, mi
pasión por el mundo del toro, por la tauromaquia, la misma que hasta hace poco
tiempo se abanderaba como Fiesta Nacional.
Como cada agosto, el anhelo llama a la puerta. La Málaga de
mis amores celebra sus fiestas y el anillo luminoso que se ancla bajo
Gibralfaro vuelve a latir para convertirse en escenario donde, se supone, la
lucha entre el hombre y el toro bravo debe convertirse en arte. Donde también
se supone que miles de almas se emocionan desde un incómodo asiento de
hormigón. Un lugar donde en dos horas y pico puede suceder cualquier cosa: el
triunfo, la vida, el percance, la gloria, el éxtasis, la bronca, el engaño, la
muerte, la decepción… Condicionantes todos éstos que hacen, o debieran de hacer
de la tauromaquia, algo realmente único. Sin embargo fue el aburrimiento lo que
eclipsó todo aquello que yo debía sentir. Fue en ese instante, cuando el ir a
los toros a Málaga era más un suplicio que un divertimento, cuando decidí
ausentarme de aquella misma Malagueta que fue testigo, hace muchos años, de mis
primeros sueños toreros.
La de este año 2017 era la peor cartelería que tenía Málaga
desde hace numerosas temporadas. Aun así, decidí reencontrarme con ella. Sabía
que todo podía ocurrir: que renaciera el veneno que todos los aficionados
llevamos dentro, que quedara indiferente o la que yo presuponía que iba a ser
muy posible, que la indignación volviera a apoderarse de mi. A la salida de la
plaza, intenté sincerarme conmigo mismo y las conclusiones pasaban por un
espectáculo que seguía sin transmitirme nada de lo que se supone debe hacerte
sentir un espectáculo de este calibre. Quise darme tiempo.
Apenas pude ahondar en mi reflexión cuando me topé con la
cruda realidad. La corrida Picassiana-Crisol televisada fue la puntilla para
reafirmarme en mis premisas. Esa corrida que la mayoría de la prensa y
aficionados han tildado como “histórica” y que efectivamente tendrá su lugar en
la biografía de nuestra plaza pero por motivos bien distintos a los que se han
encargado de glosar la taurinería andante.
A mi entender, un espectáculo deleznable para una plaza de
primera categoría. Interesante para la reinauguración de la plaza de Puerto
Banús o para la feria de Sanlúcar de Barrameda. No me imagino este “espectáculo”
en plazas como Sevilla, Madrid o Bilbao. Es evidente que Málaga ha perdido el
norte, sin contemplaciones. Es evidente también que si le quedaba algo de
dignidad a la Malagueta, que lo dudo, con el indulto aberrante que se pudo ver,
nuestra plaza ha cavado su propia tumba con la actuación humillante de un señor
que se sube al palco y que lleva por nombre Ildefonso Dell´Olmo. A pesar de que
muchos no hayan querido –o interesado- publicar su nombre e incidir en esto,
creo que es interesante que quiénes no le conozcan, pongan cara a quien, sin
lugar a dudas, ha ensuciado el nombre de La Malagueta y sus más de cien años de
historia.
No lo oculto, este blog nació como fruto de la resignación. Y
quizá sea eso mismo, la resignación, lo que me haya volver a ti, Malaka. Tampoco
lo niego, unos comentarios de aficionados indignados en Twitter y una foto que corría como la pólvora por las
redes sociales de una pancarta protesta en los tendidos de la Malagueta, me
convencen de que aún sigue quedando “Resistencia” en Málaga que no está
dispuesta a beber los vientos por lo que trata de imponer la mafia que se ha
adueñado del sistema taurino. Y si hay que unirse, habrá que hacerlo. Si hay
que volver a la trinchera, aquí está mi arma dialéctica dispuesta a disparar. Seremos
aquellos “imbéciles” que dice el señor Simón Casas. Imbéciles que no callaremos
para denunciar –aunque no sirva para nada, o sí-, las tropelías de un sistema
tan sumamente inútil que es capaz de morder la mano que le da de comer.
Málaga agoniza. Ahí está la feria. Ahí están los resultados.
Ahí queda ese vergonzoso indulto que removerá conciencias. Y aun así, Málaga ha
registrado la peor asistencia de público en muchos años. Creo que es para
hacérselo mirar. Tal vez aquel aburrimiento que me llegó a mí y que les
mencioné antes, se ha apoderado también de aquella “maza” que tanto se
vanagloriaba en mencionar el señor Fernando Puche.
Aquí me tienes Malaka. A ti vuelvo. Hasta cuando tú mandes.