Revista Espiritualidad
#137
Vulnerabilidades
Un guerrero toma a toda persona como adversario,Ve todos sus puntos vulnerables,Y entrena para eliminar los propios.Un sabio no tiene puntos vulnerables.
Un guerrero toma a todos como un adversario potencial. Evalúa las fortalezas y debilidades de cada persona que encuentra, y se ubica estratégicamente. Ninguna confrontación es nunca una sorpresa. Protección, competición, honor y rectitud son sus principios.
Él es el arma. Por lo tanto, un guerrero entrena la mente y el cuerpo a la perfección. Sabe que la persona promedio tiene cientos de puntos por donde puede entrar la muerte.
Para sí mismo, busca eliminar tantas de sus propias vulnerabilidades como sea posible. En combate, defiende uno o dos puntos y el resto de su atención está dedicada a la estrategia y al ataque. Sin embargo ningún guerrero puede eliminar todos los puntos vulnerables. Incluso para un campeón, siempre hay al menos uno. Sólo el camino del sabio elimina todas las debilidades.
Se dice que un sabio no tiene puntos por donde entre la muerte. Esto hace al sabio, quien es perfecto en el Tao, superior al guerrero, quien es meramente diestro en el Tao. El guerrero acepta la muerte, pero no va más allá de ella. El sabio va más allá de conceptos como protección, competición, honor y rectitud, y no le tiene miedo a la muerte. El sabio sabe que nada muere, que la vida es una mera ilusión: la vida no es sino un sueño fluyendo a otro.
La meditación de hoy para el hemisferio norte es la #319, Sustento
#319
Sustento
Carpa naranja y dorada, Viviendo bajo el hielo. Despreocupada del mundo de arriba, Sustentada por el agua de abajo.
En el rápidamente estremecedor otoño, los estanques comienzan a cubrirse de hielo. Las aguas se vuelven profundas, oscuras y misteriosas, pero en esas profundidades el pez puede sobrevivir el invierno que viene.
El Tao puede ser conocido tan directamente como el agua es cognoscible para un pez. Mi Tao no será el mismo que tu Tao. Ambos somos individuos, con distintos antecedentes y pensamientos. Tan pronto como el Tao entra en nosotros, toma los colores de nuestra personalidad interna.
Cuando sale de nosotros, retorna a su naturaleza universal. Este es un proceso continuo y constante, como el agua que fluye a través de las branquias del pez.
Tal como el agua nutre al pez, así también el Tao nos nutre y nos sustenta. Mientras continuemos inmersos en el Tao, estaremos tan seguros como lo está una carpa en el agua. Cuando nos separamos del Tao, somos tan impotentes como un pez fuera del agua.
Vía: VivirTao