El Pipita Higuaín es uno de esos jugadores que todos los años tiene que ganarse el puesto a pesar de ser uno de los mejores nueves del mundo. Nadie tiene en cuenta al argentino. El pive calla bocas en la cancha, es un trabajador nato y aún así todos los años piden un delantero que le sustituya.
El año pasado, con la llegada de Benzemá, parecía que Higuaín estaría relegado al banquillo. Su papel consistiría en sustituir al francés en punta o a Raúl, quizá a Cristiano o a Kaká según la estrategia táctica de Pellegrini. El Pipita volvió a ganarse el puesto y acabó jugando titular.
Es un jugador que no hace ruido en la prensa, que siempre se muestra humilde y sencillo. Ha marcado 64 goles con la camiseta del Real Madrid en las cuatro últimas temporadas. 27 goles en liga y 2 en Champions la pasada temporada. Y aún así la prensa y el entorno madridista exigía a Valdano y la dirección deportiva traer un delantero titular para apuntalar el proyecto Mourinho.
Como era de esperar Higuaín no ha dicho ni esta boca es mía. Menos mal que no le han traído otro jugador para quitarle el puesto, porque no lo iba a conseguir. La clase del argentino, esos controles en velocidad, su explosivo arranque y su puntería han dado y darán tardes de gloria al Real Madrid.
Provoca un estruendo ensordecedor cual vuvuzela cada vez que hace gol y pone en pie a todo el Bernabéu. Ahora la UEFA ha prohibido las vuvuzelas para proteger la cultura y la tradición europeas. Yo prohibiría las críticas al juego de Higuaín y la falta de confianza que muchos tienen en el Pipita.
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