Rayos, truenos y relámpagos, ruge la tormenta en la encrucijada maldita. Esclavos de Satanás se reúnen a medianoche en enigmáticos lugares del bosque y en los abismos de las cuevas, celebran ritos y actos nefandos. Aquelarres, danzas desatadas de deseos ardientes, cultos ancestrales de adoración al macho cabrío pronuncian su nombre sobrecogedor en lenguajes desconocidos. Ataques, aullidos, convulsiones, blasfemias, poseídos por influjo de hechiceros y supersticiones. Sacerdotes de El Señor de las Moscas ofician misas negras en las ruinas de antiguas iglesias o de conventos abandonados, escondidos en parajes remotos y perdidos; sobre el cuerpo desnudo de una mujer tumbada en el altar consagran sangrientas ceremonias satánicas, pronuncian oraciones de las malas artes, salmodian letanías inextricables e invocan a los poderes infernales. Persiguen, en su locura asesina, el sacrificio y la muerte para prolongar sus viles y antinaturales existencias. Magia oscura, brujería, conjuros y sortilegios, pócimas venenosas, ungüentos nocivos, ensalmos amenazadores que causan pánico mental y espiritual, polvos creadores de zombis, fetiches perversos, muñequitos de vudú, antiguos volúmenes de nigromancia, vasijas de cristal con seres repugnantes; monstruos dioses primitivos habitantes de tierras extrañas, cadáveres de brujas que arrastrados por los demonios retan a la propia muerte, genios maléficos dadores de juventud, fama y riqueza a cambio de la condena eterna, pactos de sangre registrados en el tribunal supremo del infierno, el anticristo elegido Papa, viaje por la patria de los yezidis del Kurdistán que, amparados por la rebelión de los ángeles caídos ("más vale la libertad en el infierno que la esclavitud en el cielo") proclaman al Diablo merecedor del mismo culto que Dios.
Mundos embrujados, endemoniados, amenazantes, sombríos, laberínticos entre la realidad y el sueño a los que ponen voz narrativa: Robert Louis Stevenson, Algernon Blackwood, H.P. Lovecraft, Pilar Pedraza, Robert H. Howard, Richard Garnett, Anatole France, Clive Barker, Richard Matheson entre otros. Horror sobrenatural que turba el corazón. Y Lucifer jugando al ajedrez con todos nosotros, nos jugamos el alma en cada movimiento.