La devastación que provocó el artefacto explosivo oculto en el carro, causó 40 muertos y cientos de heridos. A esa hora las calles estaban llenas de empleados que seguían la costumbre de almorzar en las inmediaciones de sus respectivas oficinas.
Nunca se pudo descubrir a los responsables de este atentado contra el corazón financiero del país. Siempre se creyó que fue obra de un grupo extremista de ideología anarquista.
En todo momento, los responsables de Wall Street quisieron dar la imagen de que la actividad se recuperaba rápidamente para así evitar una posible caída del mercado. Se movilizó a una gran brigada de limpieza que trabajó toda la noche para retirar los escombros y acondicionar la zona para que, al día siguiente, todo pudiera volver a la normalidad. La estatua de George Washington, en la escalinata del Federal Hall, no resultó dañada. La figura se erige en el mismo sitio en que el primer Presidente de los Estados Unidos juró su cargo, el 30 de abril de 1789. Es curioso como el cine nos ha mostrado muchísimas veces diferentes visiones del crack bursátil de 1929 y también nos hemos podido sumergir en el mundo del hampa neoyorkina en esa misma década (Boardwalk Empire está siendo la más reciente aportación a este género). Pero, en cambio, hay otros acontecimientos que también podrían ser muy interesantes desde el punto de vista cinematográfico. Yo imagino una primera escena, con montaje paralelo, en la que veríamos el fragor del día a día en el Wall Street de la época, combinado con unas manos que ultiman la preparación de un artefacto explosivo. Tras el estallido, la cámara se alejaría progresivamente hasta visualizar la parte sur de la isla de Manhattan en 1920.A continuación, una imagen del día del atentado y otra con la apariencia actual del enclave.He añadido también una foto frontal del Federal Hall y una perspectiva de Wall Street que culmina, al fondo, con la mítica Trinity Church.