Revista Cultura y Ocio

Wallace stevens

Por Ada
WALLACE STEVENS
Soliloquio final del amante interior
Luz, primera luz de la noche, como en un cuartoen el que descansamos y, casi por nada, pensamosque el mundo imaginado es bien esencial.
Este es, por tanto, el más intenso rendez-vous.
Es en esta idea en la que nos recogemos,fuera de todas las indiferencias, en una sola cosa:
Dentro de una sola cosa, un solo chal
que nos abriga bien, pues somos pobres, un calor,una luz, un poder, la milagrosa influencia.
Ahora, aquí, nos olvidamos el uno al otro y de nosotros.
Sentimos la oscuridad de un orden, una totalidad,un conocer, lo que arregló la cita,
Dentro de su vital circunscripción, en la mente.
Decimos: Dios y la imaginación son uno.La candela más alta, que alta ilumina lo oscuro…
Y fuera de esta luz, de esta mente central,
hacemos nuestra casa en el aire nocturno,donde estar los dos juntos es lo suficiente.
WALLACE STEVENS
Versión de Andrés Sánchez Robayna
Imagen: Soledad de Marc Chagall, 1933.

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