“Warlock” (1989), es una cinta de terror del director Steve Miner, la cual está protagonizada por Julian Sands, Lori Singer y Richard E. Grant.
En 1691, un hombre (Julian Sands) es condenado a morir en la hoguera debido a que practica la brujería. Gracias a una fuerza misteriosa, el brujo y Redferne (Richard E. Grant), el hombre que había logrado capturarlo, son transportados trescientos años hacia el futuro. Ahora, con la ayuda de una joven llamada Kassandra (Lori Singer), Redferne tendrá que evitar que el brujo consiga la llamada “biblia del diablo”, con la cual planea destruir el mundo.
Durante la década de los ochenta, el cine de terror se convirtió en una fuente de ingresos importante para los diferentes estudios hollywoodenses. Sin embargo, la sobreexplotación del género durante este periodo, provocó que a fines de la década los directores se empezaran a quedar sin ideas. Dentro de la constante reutilización de las fórmulas que ya habían sido probadas con éxito anteriormente, algunos directores se atrevieron a plantear ideas originales aunque claramente riesgosas, con distintos resultados. Este es precisamente el caso de David Miner y su cinta “Warlock”, cuyo guión estuvo a cargo de David Twohy. Si bien la historia no es precisamente rupturista, era lo suficientemente llamativa y novedosa como para que Roger Corman y su compañía New World Pictures decidieran producir la cinta (la cual dicho sea de paso, fue una de las últimas películas que la productora realizó antes de ser declarada en bancarrota). La extraña mezcla de terror, ciencia ficción y comedia no solo lograría llamar la atención del famoso productor, sino que además transformaría a este modesto film en un inesperado éxito.
“Warlock” es la historia del villano del mismo nombre (o a quien vamos a identificar con ese nombre), que se ve involucrado en una batalla que traspasa las barreras del tiempo y el espacio con Giles Redferne, un cazador de brujas, que culpa al hechicero de la muerte de su amada. El film comienza en el Boston de 1961, donde Redferne finalmente ha logrado capturar a Warlock, quien se encuentra prisionero en una torre a la espera de su sentencia. Cuando están a punto de quemarlo en la hoguera, el brujo invoca el poder de Satán para abrir un portal que le permitirá transportarse hacia la libertad. Sin embargo, segundos antes de que se cierre este portal, Redferne logra saltar adentro en su afán por acabar con su némesis. Lo que ninguno de los dos espera, es que la puerta mística que han utilizado para transportarse los llevará a un lugar más distante del que pudiesen haberse imaginado. Es así como ambos “aterrizan” en el año 1989, en la ciudad de Los Ángeles, donde el mismísimo Diablo enviará al hechicero a recolectar las piezas de un libro conocido como el “Gran Grimoire”, también llamada la biblia de Demonio, la cual contiene el verdadero nombre de Dios, que paradójicamente posee el poder para destruir toda su creación.
Cuando Redferne se entera de las intenciones de Warlock, se ve obligado a pedirle ayuda a una joven llamada Kassandra, quien ha sido hechizada por el brujo, provocando que esta envejezca de forma acelerada. Con la presión de evitar el fin de mundo y la muerte de la joven quien tiene solo tres días de vida, la improvisada pareja tendrá que ingeniárselas para detener al cada vez más poderoso y sanguinario brujo. Si bien esta es a grandes rasgos la historia del film, son varios los elementos que la convierten en una producción destacable, que obviamente no está exenta de fallos. Por un lado, nos encontramos con las posibilidades narrativas que ofrece el viaje en el tiempo que realizan los protagonistas. Mientras que esta es una idea interesante (claramente inspirada por la cinta "The Terminator", 1984), la cual daba espacio para agregarle algunos toques de comedia al relato, no es del todo aprovechada por el director. Tanto Warlock como Redferne parecen no tener demasiados problemas para aceptar que han sido transportados al futuro, ni para utilizar las innovaciones tecnológicas realizadas por el hombre, las cuales para alguien del siglo XVII, perfectamente podrían haber sido interpretadas como obras de brujería. Si bien Redferne se ve un poco más afectado con la situación, rápidamente se acoplará a todas las comodidades que ofrece el siglo XX, echando por la borda la explotación de una situación completamente extraordinaria.
Por otro lado, la cinta a ratos se comporta como una “road movie”, al profundizar en la relación que se establece entre Redferne y Kassandra, quienes se ven obligados a perseguir al brujo a través de los Estados Unidos. Lo que comienza como una relación basada en la desconfianza y la incredulidad, se convierte gradualmente en una relación amorosa que nunca se llega a concretar del todo. Es en este tramo del film que el director juega un poco con la comedía, sometiendo a la dupla a situaciones en las que tendrán que improvisar para seguir con vida. Lamentablemente, el director no siempre logra su cometido en lo que a la comedia se refiere. Resulta curioso que lo que más risa provoca de todo el film, sean sus artesanales efectos especiales, los que obviamente no fueron diseñados con este fin. Es imposible no reírse con las escenas en las que el brujo vuela al más puro estilo de Superman, las cuales perfectamente pudieron haberse omitido para evitar caer en la comedia involuntaria. También resulta hilarante la batalla que protagoniza el par de enemigos en un viejo granero, donde terminan utilizando una veleta como arma.
Revisando estos factores, resulta extraño que “Warlock” sea habitualmente encasillada dentro del género del horror. Esto se debe principalmente a la temática sobrenatural del film y al par de escenas gore que contiene, las cuales son sencillas pero efectivas. Además la cinta incluye el asesinato de un niño fuera de pantalla, cuya sangre es utilizada por el brujo para poder volar. Probablemente la secuencia que presenta la atmósfera más inquietante es aquella que transcurre en el Boston del 1600. Es ahí cuando el villano se ve más aterrador, imagen que se va diluyendo a medida que transcurre la historia. En relación a esto, cabe mencionar que las actuaciones del trío protagónico son correctas. Julian Sands le da vida a este hechicero implacable y codicioso, que busca ser el amo y señor del mundo, el cual por momentos se ve realmente atemorizador. Sin embargo, termina siendo víctima de las circunstancias a las que se ve sometido, perdiendo su capacidad de impacto. Por su parte, Richard E. Grant realiza un buen trabajo interpretando al héroe de turno, el cual logra ser lo suficientemente querible como para que el espectador logre empatizar con su causa. Afortunadamente este logra tener una química creíble con el personaje de Lori Singer, en quién recae el tono cómico de la cinta.
En el aspecto técnico, lo más destacable es la banda sonora compuesta por Jerry Goldsmith, la cual por momentos logra imprimirle una atmósfera de suspenso al film. En cuanto a los efectos especiales realizados por Ken Pepiot, van desde lo absolutamente irrisorio hasta lo efectivo dentro de sus posibilidades. Steve Miner opta por realizar una cinta episódica, la que si bien logra mantener entretenido al espectador, por momentos pierde el sentido de continuidad. De la misma forma, el guión presenta una serie de agujeros que una vez terminada la película, generan preguntas que no son correctamente respondidas. Pese a la gran cantidad de defectos que pueda presentar “Warlock”, esta es una producción interesante y sumamente entretenida, que gracias a un par de buenas ideas y a su curiosa fusión de géneros, logró despegarse del resto de las producciones del cine de terror que en aquel entonces no presentaba mayores variantes. Afortunadamente, la cinta ha soportado bien el paso del tiempo, convirtiéndose en una pequeña joya del género. El éxito que tuvo la película al momento de su estreno, contribuyó al rodaje de dos secuelas que lamentablemente resultaron ser bastante mediocres.
por Fantomas.
Revista Cine
Sus últimos artículos
-
Traslado de información de los artículos del blog.
-
Denuncia de Plagio de Artículos.
-
Blaxploitation: Un subgénero lleno de contradicciones nacido en el seno de la sociedad afroamericana norteamericana.
-
Saul Bass: El diseñador que convirtió las secuencias de créditos en una forma de arte.