Nacida en Dublín en 1947, Sally es la mayor de los hermanos Oldfield (Sally, Terry y Mike). Con éste último fue con el que inició su carrera musical cuando formaron el dúo “The Sallyangie”. Sally tenía veinte años y Mike quince cuando grabaron el disco “Children of The Sun” con la compañía Transatlantic, sello con el que firmaron gracias a John Renbourne, miembro del grupo de folk Pentangle, cuya influencia es palpable en el trabajo de los hermanos Oldfield. La aventura fue breve debido a diferencias artísticas que se fueron haciendo más evidentes con el paso del tiempo. Mientras Mike tiraba más hacia el rock progresivo y músicas más experimentales, Sally siguió en una línea más folky.
No es hasta 1978 que Sally Oldfield publica su primer disco, “Water Bearer”. En este trabajo de excelente factura Sally destila talento y gusto con un sonido muy homogéneo y dulce basado sobre todo en su voz, pero sustentada por una sólida base musical en las que destacaría las guitarras y las percusiones, suaves pero muy presentes. Todas las canciones son composiciones suyas incluyendo textos basados en los relatos de J.R.R. Tolkien en “Songs of The Quendi”. La canción más exitosa del disco fue “Mirrors”, que alcanzó el puesto 19 en las listas de ventas británicas.
Lo que puedo comentar de este disco es muy sencillo, a mí me toca el corazón. Yo es que soy así, escucho la música con las tripas, sin fijarme mucho en la técnica, ya que no entiendo. Además mi falta de habilidades musicales me lleva a pensar que cualquiera que toque un instrumento, por mal que lo haga, es un ser privilegiado tocado por cualquiera de las cuatro manos de Sarasvati, de manera que me dejo llevar por lo que me trae la vibración de la música, que en el caso de “Water Bearer” es puro e inmaculado cristal, un estanque de agua transparente en un anochecer de verano con una brisa que refresca y acaricia mientras se escucha cantar a los mirlos en el jardín, o ¿es Sally Oldfield la que canta?
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