Gran Bretaña e Irlanda se planteaban dos políticas bien distintas.
De cara a Europa, le interesaba un equilibrio entre las dos potencias (Francia y Prusia) que evitara cualquier intento de hegemonía por parte de alguna de ellas, ya que es consciente de que no podría desentenderse de la cuestión y que sus medio militares eran limitados, aunque es la única gran nación que dispone de dinero.
Fuera de Europa, su objetivo es lograr que las rutas comerciales marítimas sean seguras y ampliar sus mercados, para poder importar materias primas y vender sus productos manufacturados.
Fuente:
- "Revista 'Desperta Ferro' - Historia moderna, número 16. Waterloo 1815".
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