Revista Deportes
Montecarlo proclama a Stanislas Wawrinka. El campeón del Open de Australia se corona también sobre la arcilla del Principado. En la final entre suizos, el discípulo acaba con el maestro. Stan vence a Roger Federer por 4-6, 7-6, 6-2. Le cuesta 2 horas y 13 minutos, tras protagonizar una remontada que arranca en el tie break del segundo set y culmina en una tercera manga impecable, cuando a Roger las piernas no le alcanzan para llegar a las pelotas inmisericordes que le envía su rival.Wawrinka gana el Masters 1000 de Montecarlo, el primero de su carrera, tras dos intentos fallidos –uno en este mismo escenario y el otro en Madrid- frente al emperador de la tierra batida, don Rafael Nadal Parera. El tenista de Lausana lleva un año espléndido, con tres conquistas –Chenai. Australia y éste de Montecarlo- y la confirmación de su estancia entre los grandes. Ya es uno de ellos, tras el cambio radical experimentado junto a Magnus Norman, su entrenador sueco.El número 3 del ranking destroza a Federer a partir de la muerte súbita del segundo parcial. Hasta entonces, el partido es del vencedor de 17 Grandes y 21 Masters 1000. Federer juega excelso, ligero, cómodo. Flota sobre la central monegasca y ejecuta golpes definitivos, cargados de belleza. Es la estética reflejada en un tenista. Dispuesto a alzar su primer trofeo en este escenario, que por tres veces le niega Nadal en sendas finales, libra una batalla contra un oponente comido por la responsabilidad. Wawrinka acusa la puesta en escena. No es el Wawrinka que llega a la final sin excesivas dificultades –elimina a Cilic, Almagro, Raonic y Ferrer- y aparece como favorito en las apuestas. Afronta el cara a cara con miedo, rezagado, dos metros por detrás de la línea de fondo. Y Federer le gana terreno, le acula contra la valla y le somete en el set inicial. Una rotura de saque en el quinto juego le sirve al de Basilea para lanzarse a por la manga. Conserva el servicio sin oposición y lo cierra con un juego brillante, en el que destaca su fantástica derecha y no desmerece su revés liftado. Invierte 42 minutos y administra como nunca sus ventajas. Wawrinka apenas dispone de una bola de break que gestiona Federer a la perfección.El segundo set es diferente, al concretarse pronto la primera rotura de saque por parte de Stanilas. Se coloca con 2-0, pero enseguida se le escapa la renta. Federer, que tiene claro el plan para esta cita, responde de forma inmejorable, con un juego en blanco sobre el servicio de Wawrinka. No le deja irse, se considera acreedor a un título que nunca ha sido suyo. Cerca de los 33 años, Roger juega rápido para evitar que los partidos se alarguen. Sube a la red y volea, acortando los puntos. Le sale bien hasta que Wawrinka ajusta el punto de mira. La muerte súbita define un partido que gira hacia el lado de Wawrinka cuando se concreta ese segundo parcial. El arranque del set definitivo muestra a un Federer pastoso, lento de reflejos y con el cuentakilómetros agotado. Los tiros se le escapan, la red se convierte en su enemigo, mientras Wawrinka juega con los dos pies dentro de la pista y de su revés a una mano salen misiles a ambas esquinas. Roger cede dos saques (4-0) y ve el abismo. La cima está más cerca para el de Lausana,que apenas deja resquicios. El partido, la final, se cierra con un 6-2 que retrata a un campeón sólido y ambicioso, cuya cabeza ha ahuyentado viejos fantasmas.
“Esto es algo excepcional, un verdadero placer”, señala el campeón en la entrega de trofeos. “Roger, es un honor, una oportunidad increíble, haber jugado contigo”, añade mirando al amigo, el compañero, el maestro. Con Nadal preparando en Barcelona el Godó (siguiente objetivo) y Djokovic fuera de combate por una lesión en la muñeca derecha, Stanislas Wawrinka se consagra como el mejor en el arranque de la tierra batida. A fuerza de triunfos, el suizo se ha hecho sitio en el podio de los elegidos. A expensas de lo que suceda en Madrid y Roma, la cita de Roland Garros se presenta apasionante y con otro candidato. Se llama Stan ‘the man’ Wawrinka.