Esta semana la imagen la tenía clara, el domingo fue el día de la liberación.
Después de cuatro días con el brazo vendado por fin llegó el momento de liberarlo y poder hacer vida normal, sobre todo poder volver a meterse a la piscina.
De hecho, creo que eso ha sido lo único malo para él de llevar vendado el brazo y el cabestrillo que lo acompañaba. Menos mal que no se rompió nada. Y es que al parecer las escoletas de verano también tienen su parte de peligro.
El martes, mientras realizaban una de las actividades diarias cangrejito se fue el suelo, por suerte sólo ha sido una contusión, pero cuando lo llevé al hospital decidieron inmovilizarlo unos días.