Revista Cine
Creadores: Jonathan Nolan & Lisa Joy
Un gran día el 27 de diciembre: Sydney Greenstreet, Thea von Harbou, Marlene Dietrich, Michel Piccoli, Gérard Depardieu, John Amos y Gaspar Noé, todos ellos ligados al mundo del cine, nacieron un día como hoy. También Hayley Williams, Mick Jones, Joan Manuel Serrat, Chyna y Juan Luis Sanfuentes (presidente número diecisiete de Chile... no es que lo conociera, pero como curiosidad no está mal, ¿eh?). Y, desde luego, su buen amigo Jimmy FDZ. De seguro se me quedan muchos en el tintero. Un 27 de diciembre también es el día en que se despidieron de este mundo Hal Ashby, George Roy Hill, Alan Bates, Jerzy Kawalerowicz, Harry Carey Jr. y, hoy mismo, Carrie Fisher. Vaya día, viejo. Lo coronaremos comentando "Westworld", otra de las grandes series de HBO, la cual tuve la necesidad de ver una segunda vez, por eso la demora. ¿Ustedes creen que algún día a alguien se le ocurra hacer realidad un parque como Westworld? Una larga estadía en sus dependencias sería un excelente regalo de cumpleaños, déjenme decirles. Oh, como me decía un extraño en Omegle, se vale soñar...
Es curiosa la forma en que, vistos los episodios una segunda vez, a uno le da la impresión que ya desde el segundo capítulo (por no exagerar y decir el primero) se nos está revelando qué es lo que pasó, está pasando y pasará, aunque el interés no decrezca en ningún momento. Sin embargo, como debe ser, la primera vez es del todo fascinante e intrigante, elusiva y sugerente. Y recursiva, con imágenes y acciones que se repiten aunque siempre transmitiendo algo nuevo, un matiz agregado, rasgos acentuados, trazos en relieve. Además, tiene todo este componente filosófico y existencial de si los robots tiene consciencia, si sus experiencias y/o vidas son desechables o si, al contrario, valen tanto como la de un humano de carne y hueso. Nada que no se haya visto antes, pero tratado desde un ángulo diferente y rico en posibilidades, reflexiones. Nunca deja de ser interesante cuando se nos muestran las distintas capas que compone una imagen, un cuadro, un texto, una realidad, un mundo, una vida. La escena en que Anthony Hopkins le muestra a Evan Rachel Wood el famoso cuadro de Miguel Ángel, La creación de Adán, me recuerda a aquella de "Ex Machina" en que Oscar Isaac analiza en torno a uno de los cuadros de Pollock. A propósito, qué reparto y qué personajes. Imposible resistirse a la compleja personalidad de cada uno de ellos, desde el magnífico Robert Ford de Hopkins, pasando por el hombre oscuro de Ed Harris o el Bernard de Jeffrey Wright (actor solvente pero sobrevalorado), hasta llegar a la monumental Dolores de Evan Rachel Wood, de la que me he enamorado incluso más que cuando hizo de vampiro en "True Blood". Y claro, la brutal y avasalladora Armistice de Ingrid Borso Berdal, que tiene pocas escenas pero memorables. Pero no sólo el atractivo inherente de cada uno o los variados tipos de relatos que representan nos deslumbran, sino que también ese conjunto trágico y melancólico que conforman, siempre al filo del abismo o de la catarsis, como si su propia naturaleza (o concepción) artificial los condenara al sinsentido y al vacío, a un círculo de humillación y despojo del que inconscientemente anhelan e intentan escapar, haciendo de nosotros cómplices del engaño, de la burla, del chiste. El dolor y la desilusión tras las miradas de Hopkins y Harris, la pueril ingenuidad tras los bellos ojos de Dolores, la tierna determinación en el rostro del Teddy de James Marsden, el insondable deseo de libertad del resto de robots... En fin, grandes personajes en grandes tramas que tienen de todo: melodrama, ultraviolencia, cyberpunk (en fondo al menos), conspiraciones, rebeliones, sorpresas, etc. Imposible quedar indiferente y no gozar con este abultado y cuidado cóctel de pasiones y rencores.
La verdad es que no vale la pena ni analizar su entramado argumental (no tan complejo como se presenta, pero inevitablemente delicioso y atrayente) ni mucho menos alabar su impecable ejecución formal, solamente quería dejar unas cuantas sensaciones que se me ocurrieron ahora mismo, porque, francamente, no tenía idea de qué hablar sobre "Westworld". Lo cierto es que es genial y que no se puede olvidar, porque siempre hay algo que nos sigue atrayendo a este parque en donde se urden los más complejos e imprevisibles planes. Lo mejor es que "Westworld" es una serie con integridad, que no busca epatar al manipulable público de hoy que espera que uno de sus tuits aparezca en estas notas que "analizan" cada episodio o cada giro, sino que, más bien, a través de sus elementos narratológicos busca sumergirse en los intrincados pasadizos de la mente y el alma humana y explorarlos a placer, aunque todo esto venía a cuento a raíz de los comentados giros argumentales, que no son forzosos movimientos narrativos cuyo fin es impresionar sin más, sino que son el natural y fluido desarrollo de sus propias premisas e historias, razón por la cual resultan tan geniales y sorprendentes (aunque, lo admito, el giro del séptimo episodio todos lo vieron venir... ¿o no?). A disfrutar se ha dicho.
Y bueno, a partir de ahora intentaré ver algunas de las series más comentadas de este 2016. Retomar las ridículas "American Crime Story" (me quedé en la mitad) y "Preacher", ver si "Stranger Things" es la gran cosa, saldar mi deuda con otras producciones de HBO, terminar "Outcast" y atreverme con otras series inexploradas. Ponerme al día con "Homeland", que se viene su sexta temporada y yo aún no veo ni la cuarta ni la quinta. Claro que esto ya no lo hago en lo que queda de año, pero ¿acaso se viene algo bueno en Enero, en materia televisiva?