Revista Cultura y Ocio

WhatsApp

Publicado el 14 noviembre 2014 por Héctor Castro Ariño @hectorcastroar

héctor castro ariño

'El análisis de Héctor Castro Ariño' (viernes 14 de noviembre de 2014)

Audio del programa (web de JB Rodríguez)


WhatsApp
Buenas noches. Estamos en una semana en la que las comunicaciones y la comunicación han adquirido un tinte protagonista en toda la prensa internacional. Las personas somos, por naturaleza, seres gregarios y necesitamos comunicarnos entre sí. Necesitamos expresar nuestras emociones y trascender a través de nuestros escritos. Por todo ello, una de las aplicaciones más importantes de la tecnología se centra, precisamente, en la comunicación. En la actualidad, uno de los soportes comunicativos más usados es el teléfono móvil y, sobre todo, la mensajería a través de la aplicación WhatsApp. Pues bien, hace pocos días, miles de usuarios de WhatsApp han protestado enérgicamente por la última actualización en la que se incorpora una nueva marca, en forma de doble visto azul, que detalla si el mensaje recibido ha sido leído por el receptor del mismo. Las quejas han ocupado gran parte del territorio cibernético y de las redes sociales. Sobre todo ha sido en Twitter donde miles de usuarios de WhatsApp han descargado sus recelos ante una novedad que consideran restringe la libertad y la intimidad de los whatsapperos. La compañía de mensajería no ha tardado en reaccionar y ya está preparando una nueva versión en la que la doble palomita azul será una opción voluntaria a elegir por el usuario. Claro está que quien no active esta posibilidad tampoco tendrá opción a saber si sus mensajes han sido leídos por parte de sus destinatarios.

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Los detractores del nuevo check azul argumentan que este supone un ataque a la privacidad. Sea como fuere, los diferentes soportes de comunicación siempre han traído polémicas intrínsecas y, posiblemente, siempre las seguirán trayendo. Para cerciorarnos de ello solo hace falta echar la mirada unos años atrás y recordar, por ejemplo, las controversias que levantaron los contestadores automáticos, primero de los teléfonos fijos y posteriormente de los móviles, o las discusiones, cuando no enfados, que se han generado a través de redes sociales como Facebook y Twitter, redes en las que se tienen que aceptar o rechazar las llamadas solicitudes de amistad para estar intercomunicados con diferentes personas que podemos ya conocer o no de antemano. Puestos a retroceder en el tiempo, pensemos en los malentendidos que se han producido a lo largo de la historia por no recibir una carta a tiempo o por no poder mantener de manera diáfana una conversación telefónica. Seguro que en esas épocas los comunicantes hubieran agradecido tener ese doble visto bueno azul que les confirmaría que sus mensajes han sido leídos. Pero las personas somos muy complicadas y, a la par que generamos nuevos medios de comunicación y nuevas tecnologías para poder comunicarnos, surgen también nuevas contras en esos mismos sistemas. Y, por cierto, este simple cronista de la actualidad ha observado una gran paradoja en nuestros días: Si bien es cierto que cada vez tenemos más fácil el poder comunicarnos con cualquier persona y aunque esta se encuentre en el punto más alejado del Planeta, no menos cierto es que a la vez estamos perdiendo, en muchas ocasiones, la capacidad de comunicarnos con los que tenemos más cerca. ¿Quién no ha estado en una cena en la que la mitad de sus comensales estaba más atenta al sonido y a la pantalla de su teléfono móvil que a la conversación mantenida durante el ágape? Pero en fin, esto daría para otro análisis diferente del que hoy nos ha concernido.


 

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Autor: Héctor Castro Ariño


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