Revista Informática

WhatsApp, como una droga

Publicado el 17 mayo 2014 por Lauratuero @incubaweb

Si tomáramos nuestro grupo de amigos, con los smartphones de cada uno, y analizáramos que aplicación es la que más se repite en todos los móviles, tendríamos un evidente ganador: WhatsApp. En efecto, la principal app de mensajería instantánea ha conquistado el mundo al tener la mayor cantidad de usuarios, y eso genera que varias veces al día nos conectemos a ella para comunicarnos de forma gratuita con nuestros conocidos.

Bien, aunque se trata de una herramienta sumamente útil pues ha venido a reemplazar a los antiguos SMS de pago, WhatsApp también se está transformando para algunas personas en una especie de adicción que no pueden superar bajo ningún término. Por eso, vamos a analizar las claves que nos enseñan de qué forma el uso prolongado de WhatsApp puede generar adicción o dependencia.

WhatsApp dependencia 1

Estadísticas concluyentes

De acuerdo a una serie de nuevos estudios realizados por la gente de The Social Science Journal, y que ha difundido el sitio iSpazio (ver enlace), la principal aplicación de mensajería instantánea es abierta 12 veces en el día cuando no tenemos necesidad de hacerlo, en promedio. Es decir, prendemos el móvil, vemos que no hay notificaciones, y aún así abrimos WhatsApp para ver cómo está todo.

El mismo relevamiento indica que en el territorio europeo, el 53% de los entrevistados afirman que sienten una dependencia de WhatsApp hasta tal punto que en muchas ocasiones inician conversaciones con algunos contactos para sentir el “placer” que les genera el mensaje recibido. En efecto, trabaja sobre las mismas áreas del cerebro que se estimulan cuando tenemos sexo, comemos chocolate o compramos ropa.

WhatsApp dependencia 2

Ejercicios para evitar dolores en los dedos

Incluso, como muchos de los que se consideran adictos a WhatsApp han manifestado sentir dolor en sus dedos en alguna ocasión, aquí te dejamos unos sencillos consejos para combatirlo. Por ejemplo, puedes buscar una mesa lisa, y apoyar los brazos en ella, de forma que no “cuelguen” mientras escribimos, sobre todo mensajes largos.


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