“When I look and I find…I still love you”

Aunque no sea partidaria de escribir nada en este blog acerca de la biografía de Freddie Mercury, debo confesar que cada vez se hace más difícil no fundir su vida personal con su obra y cómo se retroalimentaron una con otra. Siendo, esta, una fecha tan especial, que nos recuerda que hay un fin para todo.
Desde niña, como es lógico, sueles caer en el error que tu ídolo es aparte de un gran artista, un ser humano extraordinario. No crees que sea un mortal cualquiera, sino un ser perfecto. Por suerte, cuando vas creciendo, ves que los mitos y leyendas, forjados en tu infancia, se ajustan más a la realidad, y a menudo, ves reflejado sus errores y debilidades en tu propia vida, claro está salvando las diferencias…
Su obra es muy humana, por suerte, porque su carácter, (su humano carácter), creó, paradójicamente, una obra de origen divino. Aunque pensándolo bien Homero, en la “Iliada” representó a los dioses a imagen y semejanza de los humanos, con sus mismos defectos y virtudes…o incluso peor, porque éstos estaban dotados de poderes que a menudo no destinaban para buenos fines, sino para satisfacer su caprichosa voluntad.
Cuando él componía canciones, una vez acabadas, tenía en mente, que eran “productos para ser consumidos y usados como a cada uno le pareciera mejor”. Antes me resultaba difícil entender esto, ya que no podía concebir canciones tan hermosas como algo para ser “usado”, pero he acabado entendido esta expresión: cuando hay momentos difíciles, tristes o estados de ánimo donde deseas sentir una voz amiga, pongo su música, de este modo, se ha ido convirtiendo como el amigo que nunca falla, que siempre está ahí. Si este mismo sentimiento está extendido entre los fans, podemos devolverle sus mismas palabras y decirle: “When I look and I find…I still love you”