Revista Cine
Director: John Ford
Comenzamos noviembre con un tranquilo y agradable aunque movido día domingo, no lo que dios dijo que debía ser, pero sí lo que la vida siempre nos recuerda: que todo puede suceder en cualquier momento y que nosotros sólo podemos reaccionar. Oh, a propósito de aquello, "When Willie comes marching home" es una película que calza a la perfección con lo anterior, y si no que se lo digan al protagonista que debe soportar cuanta cosa se le ocurre al guionista, y es que las desventuras surgen por doquier, únicamente para el disfrute del espectador.
William Kluggs es un joven hombre de un pequeño y tranquilo pueblo de Estados Unidos que, una vez enterado que Estados Unidos se une a la Segunda Guerra Mundial, decide enlistarse de inmediato para combatir por su país. Dicha acción será el inicio de peculiares problemas y aventuras.
Si algo había demostrado Ford en "Tobacco Road" (entre otras tantas cosas) era que a través de la comedia sí se pueden tratar temas serios y hacerlos aún más serios riéndose de ellos con desparpajo y (buena) desvergüenza. Eso es una comedia negra bien entendida y aplicada, no el pueril exceso que caracteriza a nivel general cosas como "Relatos Salvajes", que de comedia negra tiene tan poco como yo de sentido del humor (¿?). En cualquier caso, la comedia de "Tobacco Road" es muy distinta a la comedia de "When Willie comes marching home", aunque es de esperar que ambas tengan en común que no por ser comedias no pueden tener drama y retazos de otros géneros (es sabido que Ford utiliza mecanismos y códigos de todos lados en sus películas, ya lo hemos comprobado y disfrutado en su gran mayoría). El asunto es que "Tobacco Road" descansa en un tipo de comedia desenfadada a más no poder, en el absurdo más libre y por lo mismo inteligente; la comedia de "When Willie...", que también juega con el absurdo, es más contenida y descansa más en la sutil ironía tanto hacia la historia que cuenta como hacia el relato mismo y sus características. Sobre la historia o trama, "When Willie..." es una crítica (que me parece ya ha sido formulada por Ford en algún film previo, lo que no sería de extrañar considerando su aguda y avezada mirada) hacia lo volátil de la sociedad estadounidense y lo ingrata que puede llegar a ser, llegando a niveles de ridículo tan inconmensurables que ese afán por las apariencias puede causar incluso más daño que el conflicto bélico mismo (aunque admito que puedo estar exagerando un poco). Así, el protagonista, que de héroe local deviene en despreciable parásito (los vecinos piensan que por ser soldado debe estar en el campo de batalla siempre, de lo contrario es un cobarde), pareciera encontrarse en mayor peligro cuando pasea por las chismosas calles de su pequeña ciudad natal. Sobre la ironía expresada a través del relato, basta notar la presencia de gags y cómo estos ejercen mayor poder en el desarrollo argumental que el argumento mismo: las visitas a militares de rango superior, las invitaciones a beber licores duros, entre otras, conforman el entramado en el que nuestro protagonista es un simple peón más, independiente de sus hazañas y desventuras: cosas de la guerra, al que le toca le toca: ¿es verdadero heroísmo o bendito oportunismo? ¿Ante qué nos arrodillamos? Supongo que todo se puede reducir en señalar que "When Willie..." tiene bastante del relato picaresco, en que el protagonista (quien desde su inocente mirada nos narra en primera persona sus impresiones) nos muestra todas las caras posibles de nuestra sociedad, con sus pro y sus contra, a través de divertidos gags y "fracasos" que posiblemente conduzcan a un destino no tan terrible y deshonroso. Pues eso, "When Willie comes marching home" es una entretenida pero bien escrita y dirigida película en la que Ford combina, sin excederse pero sin quedarse corto, la comedia con cine bélico y algo de espionaje, bastante romance y aventuras, todo con la particular mirada pícara que le da al conjunto una singular identidad e indudable calidad, a fin de cuentas una coherencia interna férrea y que potencia todo lo demás. Son ochenta minutos que valen la pena por completo, sí señor.